- El colectivo, integrado por futbolistas mujeres, fue lanzado en agosto durante la asamblea general de la División Asia/Oceanía de FIFPRO
- Busca coordinar acciones y ayudar a las jugadoras a luchar por la igualdad y condiciones laborales más justas
- Pasifika es un primer paso para que las futbolistas colaboren, con el NZPFA (Nueva Zelanda) asistiendo en el desarrollo de la infraestructura
El éxito de la Copa Mundial Femenina 2023 ha demostrado, entre muchas cosas, el crecimiento y el potencial del fútbol femenino en Oceanía. Pero, para muchos equipos nacionales femeninos en la región OFC, y en particular en las Islas del Pacífico, se pasan por alto las condiciones laborales más básicas.
Esta situación ha inspirado la creación del Colectivo Pasifika de mujeres futbolistas, que pretende coordinar una acción para unir a las futbolistas a la hora de impulsar el cambio, la igualdad y condiciones laborales más justas.
El Colectivo Pasifika de mujeres futbolistas fue presentado durante la asamblea general de la División Asia/Oceanía de FIFPRO, realizada en Auckland (Nueva Zelanda) a principios de agosto, y que incluyó un panel con las internacionales Lucy Maino (Papúa Nueva Guinea), TJ Lyne-Lewis (Samoa) y TJ Hetherington (Islas Cook).
Representando a distintos equipos nacionales de todo el Pacífico, los casos de las futbolistas son reflejo unos de otros: pago limitado de sus respectivas federaciones por sus servicios, sin compensación por el tiempo pasado fuera del trabajo o de sus estudios pese a competir en torneos que se prolongan durante semanas, y desigualdad de condiciones en comparación con sus homólogos masculinos.
El colectivo es un primer paso para que las futbolistas del Pasifika colaboren, con NZPFA asistiendo en el desarrollo de la infraestructura. "Una de las cosas que debe recalcarse es que todavía no hemos llegado a nuestro objetivo", afirma la exinternacional de Nueva Zelanda, Kristy Hill, que recibió al panel en Auckland.
"Hemos tenido que crear algo así como un espacio híbrido, pues existe la necesidad urgente de proteger a las jóvenes y las mujeres, y apoyar a la generación actual. A nuestro parecer, lo que tenemos por ahora es sólo un punto en el tiempo, y alcanzar una buena base y personal adecuado en ello es el objetivo último".
FIFPRO ha hablado con Lucy Maino, defensa de Papúa Nueva Guinea, que ha ayudado a su país a alcanzar las eliminatorias intercontinentales para la Copa Mundial Femenina 2023, a fin de saber los retos que afrontan las futbolistas internacionales de las Islas del Pacífico y los primeros pasos del colectivo.
Lucy, ¿puedes contarnos algo sobre tu carrera?
Nací y crecí en Papúa Nueva Guinea. Comencé a jugar al fútbol a los 7 años y, justo antes de cumplir los 16, me trasladé a California (Estados Unidos), donde me gradué en la universidad. Obtuve una beca para jugar al fútbol en la Universidad de Hawaiʻi—Hilo, y me gradué en 2019. En 2015 debuté en la selección nacional de Papúa Nueva Guinea y me enorgullezco de lucir su camiseta desde entonces. Tenemos en noviembre los Juegos del Pacífico [Nota del Editor: evento multideportivo celebrado en Oceanía cada cuatro años] y la selección nacional femenina espera defender el oro.
¿Puedes decirnos algo acerca de los problemas que has afrontado en los dos últimos años como internacional femenina y oriunda del Pacífico?
Creo que mis experiencias fuera de mi país me dieron conocimiento sobre cómo se hacen las cosas en el extranjero y en los países desarrollados. Cuando volví a Papúa Nueva Guinea en 2019 pude constatar claramente las desigualdades entre los equipos de la selección nacional masculina y la femenina. Por ejemplo en 2019, durante los Juegos del Pacífico, la selección masculina se alojaba en un buen hotel de una buena zona de las afueras, mientras que nosotras nos alojábamos en una zona no tan agradable, teniendo que dormir sobre un colchón tan fino que era como dormir sobre madera. Entrenábamos y después nos presentábamos en el desayuno para descubrir que no había comida: el desayuno de los hombres debía servirse primero. Para muchas futbolistas eso era lo normal. Pero para mí, que recibía ese trato por primera vez, parecía extraño.
Cuando nos preparábamos para los eliminatorios de la Copa Mundial Femenina a principios de este año, en algunos casos íbamos a entrenar y no podíamos salir al campo de juego porque un club masculino estaba ya haciendo uso de las instalaciones. Como futbolistas tratamos de clasificarnos para el mayor torneo del fútbol y, como selección nacional, parecía que no se nos daba prioridad para jugar.
¿Por qué las futbolistas del Pacífico sienten la necesidad de comenzar este Colectivo Pasifika?
Todo comenzó en julio del año pasado, en la Copa de Naciones, cuando nos presentaron la obra de FIFPRO. Anna Green, del Sindicato Neozelandés de Futbolistas Profesionales, habló con nosotras y el momento fue perfecto porque habíamos tenido algunos contactos con la federación tan solo unos meses antes. A partir de entonces, mantuvimos el contacto y entonces verdaderamente todo se aceleró tras los eliminatorios de la Copa Mundial Femenina.
Los problemas que afrontamos en Papúa Nueva Guinea se extienden también a otras islas de la región. Y para aquellas de nosotras que hemos tenido el privilegio de experimentar cómo se hacen las cosas en el extranjero, como TJ [Lyne-Lewis] y yo, sentimos la responsabilidad de denunciar esas desigualdades. Al estar juntas, procediendo de diversas nacionalidades de la región y teniendo esas ideas colectivas, podemos trabajar conjuntamente para garantizar que las selecciones nacionales femeninas de todo el Pacífico reciban las condiciones mínimas.
¿Qué significa este colectivo para las futbolistas?
Esta colaboración ayudará a las futbolistas a impulsar mejores condiciones para los equipos nacionales en todo el Pacífico. Ver a otras mujeres indígenas hablando apasionadamente acerca de estas cuestiones me llenó de orgullo como mujer de las Islas del Pacífico. Por encima de todo somos personas y el fútbol es sólo una parte de nuestra vida. En todo caso, sólo un porcentaje de las futbolistas que están aquí reciben una remuneración por representar a su país, ya se trate de madres que dejan a sus hijos, de jugadoras que dejan su empleo o de estudiantes que dejan sus estudios.
Es importante reconocer que tenemos una vida fuera del fútbol y, si nos llaman para representar a nuestro país en torneos, sin compensarnos por el tiempo dedicado a ello, cuando regresamos deberíamos tener, al menos, oportunidades laborales, ayuda para equipar a las futbolistas que deseen entrar en la masa laboral o ayudar a las jugadoras estudiantes, garantizando que puedan seguir sus estudios a su regreso aunque hayan tenido que ausentarse varias semanas.
Es alentador ver a otras mujeres en el Pacífico tan apasionadas a la hora de abordar estas cuestiones, y agradezco que podamos trabajar juntas. Quizás no sea la solución última a los retos que afrontamos –y, sin duda, no será cuestión de probar y errar–, pero es un paso en la dirección correcta. Esta es una oportunidad para que colaboremos, modelemos el fútbol femenino para mejor en nuestra región, y ayudemos a allanar el camino para las futbolistas del mañana. Ese es el tipo de legado que yo quisiera dejar.