Cuando un club de fútbol se desprende de sus jugadores juveniles, apaga un sueño de la infancia. En el campo de entrenamiento la vida continúa, llegan nuevos reclutados, y todo el mundo se prepara para el siguiente partido. Para los jóvenes que sacrificaron años de escolaridad a fin de darlo todo en un intento por alcanzar el éxito, todo un mundo desaparece en un segundo. Parte del equipo de ayer, se encuentra solo y olvidado hoy. Tienen toda la vida por delante, pero carecen de lo que más necesitan: consejo práctico y apoyo emocional para ayudarles a hallar su camino.
Tenía diecinueve años cuando una lesión puso fin a mi carrera. Me llevó un tiempo comprender lo joven que era. Durante mi veintena, afronté la soledad y la desesperación que hostiga a tantos jóvenes. Como ellos, en ocasiones sentía que no podía continuar, pero soy uno de los afortunados. Gracias a unas prácticas profesionales y después de asegurarme un empleo gratificante, conseguí construir una nueva vida. Y entonces empecé a examinar más profundamente el deporte que había amado y perdido, y en pensar acerca de lo que podríamos hacer mejor. En 2018, lancé Certified Sports con una sola misión: defender a los subestimados y dar voz a los que han sido infravalorados.
Actualmente, en mi país (Inglaterra), en torno a 1,5 millones de jóvenes juegan en el fútbol organizado. Al mayor nivel profesional, el 98% de jugadores de 18 a 21 años que siguen jugando será liberado por su club en una fase temprana. Pero la situación es la misma, y con frecuencia incluso peor en otros mercados futbolísticos. La mayoría no tienen ni cualificaciones ni competencias para comenzar de cero. ¿Qué ocurre con estos jóvenes, y cuál es la responsabilidad colectiva de la industria del fútbol para ayudarles? ¿Sabemos incluso cuáles son los estándares de seguridad en los distintos mercados futbolísticos y sistemas de academia en Europa u otros lugares?
“Los jugadores menores de edad necesitan dos cosas, sobre todo: asesoramiento práctico y apoyo emocional”
— por Max Noble
La buena noticia es que no partimos de cero: algunas partes de la industria han comprendido que los jugadores juveniles necesitan protección frente al acoso, la intimidación y el abuso sexual. Cuando la Federación introdujo el Plan de Rendimiento del Jugador de Élite, hace más de una década, solicitó a los clubes encargarse del bienestar y del desarrollo social de los jugadores juveniles. Creó la función del ‘agente protector’, que supervisa la salud mental y el bienestar de los jugadores de la academia. PFA ha lanzado también el Servicio de asesoramiento juvenil para ayudar a los jugadores y sus familias con numerosas cuestiones del entorno académico.
Estos primeros pasos fueron bien recibidos, pero han evitado la cuestión más acuciante: ¿cómo puede la industria preparar a los jugadores juveniles para la vida después del fútbol, y darles el apoyo emocional que necesitan? Llevo conmigo las lecciones de mi propia experiencia para establecer un nuevo enfoque. Se centra en tres prioridades: un lugar de trabajo seguro, un sistema adecuado de atención posterior, y condiciones laborales más justas para la vida diaria.
La seguridad comienza por un lugar donde poder hablar. En un mundo de competencia incesante, donde todo el mundo lucha por su camiseta, ¿a quién pueden recurrir los jugadores? Cuando están preocupados y ansiosos, ¿cómo pueden confiar en un personal de entrenamiento centrado en el éxito? Lo cierto es: los clubes no pueden denunciarse a sí mismos. Los jugadores necesitan apoyo independiente, de profesionales formados para protegerles ante un perjuicio, tanto físico como psicológico. Dado el tiempo y el espacio, estos profesionales pueden comenzar a cambiar la cultura, facilitando a los jóvenes compartir sus problemas y buscar consejo.
Después se plantea la pregunta fundamental del cuidado posterior: cómo ayudar a los jugadores a dejar atrás la única vida que han conocido, y comenzar desde cero. Los suicidios de Joel Darlington, Josh Lyons y Jeremy Wisten nos indican que debemos hacerlo mejor, y pronto. Los jugadores menores de edad necesitan dos cosas, sobre todo: asesoramiento práctico y apoyo emocional. Aquí, de nuevo, la ayuda profesional puede marcar la diferencia. Experimentados asesores para la carrera deben orientar a los jugadores juveniles, comentar con ellos sus opciones en educación, formación y empleo, y alentarles a dar el primer paso. Otras partes de la sociedad también hacen esto –por ejemplo, las Fuerzas Armadas del Reino Unido– y de ellas el fútbol tiene mucho que aprender.
El apoyo emocional es vital. Personal totalmente capacitado para protegerles, independiente de los clubes, debe orientar a los jugadores a lo largo del proceso de liberación, ayudándoles a comprender sus derechos. Los futbolistas y sus padres deberían tener tiempo –un plazo previo de tres meses, como mínimo– para prepararse ante el momento de la liberación. Un plan de trabajo que prepare a cada joven para un mundo nuevo debe aportar a antiguos futbolistas y su experiencia.
‘LA FÁBRICA DE SUEÑOS’ - LA EXPLOTACIÓN, LA MANIPULACIÓN Y EL ABUSO PSICOLÓGICOS DE LOS NIÑOS EN LAS ACADEMIAS DE FÚTBOL DEBEN CESAR. – Certified Sports PUBLICA ESTA PELÍCULA COMO PRUEBA DE UN SISTEMA ROTO:
Finalmente, los jugadores juveniles deben recibir dignas condiciones laborales básicas. Si salen de su hogar a una edad temprana, necesitan alojamiento que respete las diferencias culturales y les haga sentir seguros. Merecen un salario justo, al igual que sus colegas que inician prácticas en otras profesiones. Y deben disfrutar los mismos derechos que los jugadores de más edad, incluyendo la libertad de irse a un nuevo club sin afrontar obstáculos injustos.
No mantengo falsas expectativas. Estos problemas se enraízan en una cultura hipercompetitiva, fijada en el éxito, donde se valora la disciplina y expresar dudas equivale a mostrar debilidad. Por ello, necesitamos un cambio real: en nuestras prioridades, en nuestra cultura, y en las instituciones en que delegamos poder. En 2022, los futbolistas juveniles no deberían depender de la buena voluntad de unos pocos clubes más cultivados; el cambio debe proceder del máximo nivel, y la industria del fútbol debe asumir la delantera. Tiene los recursos para favorecer el bienestar de los futbolistas y ayudarles en el día más duro de una breve carrera: cuando el sueño llega a su fin y debe construirse una nueva vida.
Sobre
Max Noble
Max Noble es un antiguo futbolista de academia, que jugó para el Fulham FC y a nivel internacional, para Gales (como juvenil). Su carrera finalizó prematuramente debido a una doble cirugía de rodilla, que condujo a la liberación por su club. Sin cualificaciones académicas y con escasa ayuda de su anterior club de fútbol, Max se encontró sin empleo hasta que, finalmente, pudo realizar unas prácticas profesionales en una marca de moda de renombre, Burberry. Una vez allí, avanzó desde las prácticas a ocupar una función permanente, trabajando en el equipo de diseño y desarrollo: ahí es donde su recién adquirida pasión por la moda definió su sueño de iniciar un día su propia marca. En 2018, estableció Certified Sports. Max desea defender a los que han sido subestimados y convertirse en voz de los infravalorados. La marca dona un porcentaje de cada venta a ofrecer apoyo psicológico a jóvenes exatletas, a fin de prepararlos para la vida después del deporte, mientras que también reta a las organizaciones a hacer más por las personas a quienes representan.