Cuando las nuevas tecnologías llegan tan rápido, los futbolistas necesitan una voz confiable

El fútbol siempre ha sido mi pasión. Podría decirse que lo llevo en la sangre, desde mis inicios como jugador en la liga francesa hasta mi trabajo actual como asesor científico sobre salud y rendimiento.

He tenido el privilegio de trabajar a las órdenes de grandes entrenadores como Didier Deschamps y Zinedine Zidane. En los campos de entrenamiento del Real Madrid vi el impresionante talento de los mejores jóvenes atletas, pero también percibí su vulnerabilidad.

Rodeados por un nuevo mundo digital ávido de sus datos, los jóvenes jugadores pueden sentirse abrumados. De repente se enfrentan a las mismas preguntas con las que yo he luchado durante años: ¿cómo puede la tecnología ayudarnos a rendir mejor respetando nuestros límites humanos? ¿Cómo podemos asegurarnos de que una nueva herramienta está al servicio de nuestras necesidades y no al revés? ¿Cómo saber en quién confiar?

Una visión lleva tiempo. Yo empecé a encontrar la mía cuando terminó mi carrera en los campos de juego y regresé al mundo académico. En la Universidad de Lille (Francia) me doctoré en medicina y ciencias del deporte. Años de investigación me abrieron un nuevo camino y empecé a oír mi vocación: aquí había un conjunto creciente de conocimientos, ideas y herramientas que podían transformar la vida de los futbolistas, ayudarles a cuidar mejor su cuerpo y su mente, mejorar su rendimiento y disfrutar de carreras más largas.

La carga de trabajo fue uno de los primeros temas. En 2010, publiqué conjuntamente un estudio histórico en el American Journal of Sports Medicine, que mostraba cómo aumenta el riesgo de lesiones cuando los futbolistas juegan dos partidos a la semana en lugar de uno: observamos 25 lesiones por cada 1.000 horas de competición en lugar de solo cuatro. Los futbolistas necesitaban encontrar el equilibrio adecuado.La ciencia, sin duda, podía ayudar.

Desde entonces, FIFPRO ha desarrollado su propia métrica sobre los riesgos de los partidos consecutivos. Su planteamiento coincide con mi principal preocupación: los jugadores son mucho más vulnerables a las lesiones cuando juegan un segundo partido en los cinco días siguientes al primero. Si esto se prolonga, el riesgo de lesión aumenta considerablemente, al igual que su gravedad.

Mis primeras investigaciones también me abrieron el camino hacia el mundo del coaching. Empecé a ver cómo podía ayudar a los clubes con presupuestos más reducidos, ayudándoles a diseñar estrategias inteligentes que les permitieran competir con equipos más grandes.

El Lille Olympic Sporting Club me dio mi primera oportunidad profesional. Trabajé en la cantera donde, a pesar de contar con medios limitados, desarrollamos una cosecha de jóvenes talentos apasionantes: Eden Hazard fue uno de nuestros alumnos aventajados. Después, el Celtic de Glasgow vio lo que intentaba hacer y me dio la oportunidad de construir un nuevo hogar, el hogar que buscaba mi visión: un amplio Departamento de Ciencias del Deporte.

Por fin podía aplicar mis investigaciones científicas a la práctica del fútbol moderno. Desafíos como la carga de trabajo no habían hecho más que agravarse: los jugadores se enfrentaban ahora a tres partidos en una semana; sus periodos de descanso, a lo largo de una temporada, eran cada vez más cortos; su riesgo de lesión no hacía más que aumentar. La ciencia y las pruebas eran claras, pero faltaba una respuesta adecuada.

En 2017 mi trabajo me llevó a la Federación Francesa de Fútbol, donde Didier Deschamps me pidió que ejerciera de preparador físico del equipo que acabaría ganando el Mundial. Más tarde, trabajé a las órdenes de Zinedine Zidane en el Real Madrid. Esos fueron los momentos, cuando la tecnología digital llegó de verdad al campo de entrenamiento, en los que la visión que había perseguido durante años por fin tomó forma y se plantó ante mí, tan clara como el día.

Mientras observaba y escuchaba a los jóvenes talentos más apasionantes de nuestro deporte, percibí su necesidad. ¿Cómo podrían navegar por las infinitas opciones y oportunidades -ya sea invertir en una nueva empresa, suscribirse a una nueva aplicación o probar un nuevo producto de salud- sin los conocimientos y las herramientas para tomar una decisión razonada? ¿Quién podía aconsejarles? ¿En quién podían confiar?

Mi camino estaba claro. Tenía que construir una nueva plataforma digital que se situara a la vanguardia de la innovación; un centro de formación virtual que permitiera a jugadores y entrenadores evaluar las nuevas tecnologías; una fuente de asesoramiento de confianza que ayudara a la gente a encontrar el servicio adecuado para ellos; y un lugar de encuentro donde entrevistas y podcasts se situaran junto a reseñas de productos y artículos académicos; no solo una universidad y una biblioteca, sino un lugar donde la gente pudiera hablar.

Así es como llegué a lanzar RELEASE: toda mi visión bajo un mismo techo. Un entrenador, fisioterapeuta o jugador puede estar buscando el último estudio sobre nutrición o hidratación; una guía práctica sobre los principios de la salud mental; o una comparación de los últimos relojes GPS y su relación calidad-precio. Sea cual sea la necesidad, nuestra plataforma ofrece un asesoramiento claro e independiente, siempre basado en la ciencia.

La ciencia y la innovación también conllevan sus propios riesgos. Antes de entrar en el mercado, las nuevas tecnologías deben ser probadas y aprobadas, de acuerdo con las normas internacionales. Para la salud y la seguridad de los jugadores, cuanto más escrutinio, mejor. Por eso revisamos tantos productos nuevos en RELEASE: la gente necesita saber exactamente qué está comprando y si es adecuado para ellos.

La revolución de los datos plantea las mismas preguntas, pero de forma más aguda. Hoy en día, los deportistas pueden medir todos los aspectos de su rendimiento. Las oportunidades de superación personal no tienen precedentes, pero también los riesgos. La privacidad es fundamental. La violación de los datos personales puede socavar la integridad del proceso de búsqueda de talentos o la equidad de las negociaciones contractuales, y puede perjudicar la salud de una persona. Los gobiernos están promulgando nuevas leyes para proteger los datos personales, pero nuestro deporte debe desarrollar su propia cultura de educación y control.

Al recordar el camino que me trajo hasta aquí y a las personas que me apoyaron, me gustaría pensar que mi trabajo ha respetado un conjunto claro de valores. Siempre he creído en el poder de la ciencia y la razón en la búsqueda de la verdad. Si todos somos vulnerables a los prejuicios y las ilusiones, la ciencia puede ayudarnos a tomar mejores decisiones. Y si queremos ganarnos la confianza de la gente, tenemos que demostrar nuestra independencia, y eso significa resistir la presión comercial.

Pero quizás lo que más he intentado es mantener al ser humano en el centro de todo. La ciencia y la innovación tienen un enorme potencial para mejorar la vida de los deportistas, pero nada puede sustituir la relación entre jugador y entrenador. Los enormes volúmenes de datos sobre el rendimiento pueden mostrar que un jugador está cansado y rindiendo por debajo de sus posibilidades, pero sólo una conversación, entre personas que confían la una en la otra, nos dirá por qué. Como todo científico sabe, la ciencia tiene sus límites.