- Doreen Nabwire se convirtió en la primera mujer keniata en jugar al fútbol profesional en Europa.
- Jugó para el Werder Bremen, después de que su madre se opusiera inicialmente a que jugara al fútbol.
- Ahora, tras una lesión que puso fin a su carrera, trabaja para desarrollar el fútbol femenino en Kenia.
Doreen Nabwire procede de una familia futbolística. Pero a pesar de que sus hermanos y su padre juegan al fútbol, su camino para convertirse en la primera futbolista keniata en Europa fue obstaculizado por numerosos retos. “Tuve que combatir muchos estereotipos basados en el género,” afirma.
Nabwire comenzó a jugar en la calle, pero fue descubierta por algunos jugadores, que le informaron de un programa dirigido por la Asociación deportiva juvenil Mathare (MYSA), que capacita a los jóvenes a través del fútbol. Su deseo era unirse al equipo femenino de su club de fútbol, el Mathare United, pero entonces se topó con su primera barrera: su madre.
“Mi madre pensaba que es un juego de hombres y no quería que yo jugara,” afirma Nabwire. “Intentaba realizar todas mis tareas, para así poder jugar, pero solía decirme: ‘No, Doreen, no vas a ninguna parte’. Un día, teníamos que jugar un partido de cuartos de final, y pedí a todo el equipo que viniera a casa y la convenciera. Todas vinieron, pero mi madre dijo: ‘No’.
“Mi padre también estaba ahí, y dijo: ¿Cómo es posible: Doreen jugando al fútbol; desde cuándo? Le dije que a veces jugaba al fútbol. Se sorprendió, aunque gratamente. Me dijo que fuera y me asegurara de invitarle al siguiente partido.
“Desde aquel momento, fue mi fan número uno.”
MYSA ha recibido el apoyo de la Copa de Noruega desde 1989 y, un año después, el primer equipo MYSA participó en el torneo (el mayor torneo de fútbol juvenil del mundo, en el que participan regularmente más de 1.000 equipos). Nabwire fue invitada a realizar pruebas para el equipo en 1998, y consiguió integrarse en él. Para la adolescente, ese fue el comienzo de tres participaciones consecutivas en la competición.
“Tras mi tercera participación, fui convocada para la selección nacional keniata, para jugar un partido amistoso contra Etiopía. Dado que acababa de cumplir 15 años, fue un gran logro para mí. Pensaba que pasaría el partido en el banquillo, pero en realidad jugué cerca de 70 minutos.”
“En Alemania no ganaba suficiente para ayudar a mis padres, como es costumbre en mi cultura”
— por Doreen Nabwire
La Copa de Noruega fue el comienzo de una carrera internacional que la ha visto jugar en la Copa Mundial de Fútbol Calle de Berlín en 2006, y tres años después firmó un contrato con el club alemán de segunda división, Werder Bremen, un logro notable dado que Kenia no tenía estructura para el fútbol femenino.
“Fue muy motivador para muchas jugadoras de Kenia,” afirma Nabwire.
Sin embargo, jugar en Europa también tenía sus retos. “Aunque estaba jugando a nivel profesional, no ganaba suficiente para ayudar a mis padres –como es costumbre en mi cultura–. Jugué en la segunda Bundesliga, pero un jugador de la tercera división masculina ganaba mucho más. La excusa era siempre que mucha gente sigue el fútbol masculino y por ello se generan elevados ingresos.
“Pero creo que esas condiciones cambiarán y sé de algunos países, como Suecia y Estados Unidos, donde se avanza. Es algo en lo que deberíamos marcar gran énfasis, pues las mujeres dedican el mismo esfuerzo para prepararse y jugar los partidos.”
La carrera de Nabwire en Europa finalizó abruptamente en 2014, cuando se fracturó completamente el talón de Aquiles. En aquel momento jugaba para el FC Cologne. Desde 2016, ha trabajado como Responsable de Desarrollo Femenino, para la Federación keniata de fútbol.
“Hemos dedicado mucho esfuerzo a la selección nacional femenina, que en 2016 se clasificó para la Copa Africana de Naciones por primera vez. Recientemente, hemos lanzado una nueva estrategia que va a presenciar el desarrollo holístico del fútbol femenino, desde los niveles de base a los más elevados.
“Tenemos dos niveles principales, así como ligas regionales y condales. También deseamos implantar centros regionales de excelencia, e incrementar la cifra de mujeres en el fútbol, no solo como entrenadoras, sino también en arbitraje, dirección y fisioterapia.”
En todos estos años desde que su madre le dijo que “no” jugase al fútbol, Nabwire se enorgullece de lo que ella y otras futbolistas han alcanzado hasta el momento en Kenia.
“Hemos tenido que superar retos,” afirma, “pero aun así lo hemos conseguido.”