En Ghana, un país donde los problemas de salud mental se tratan como un tema tabú, Dorcas Fumey Kafui destaca. La futbolista, conocida como Faraday, no solo habla abiertamente de sus propias luchas con los problemas de salud mental, sino que también utiliza su formación teatral para enseñar a los demás sobre el tema.
Por Dorcas Fumey Kafui (Faraday)
Siempre me gustó el fútbol. Empecé a jugar muy pronto pero mis padres querían que me concentrara en mis estudios. Aunque me decepcionó, lo acepté porque me parecía lo normal.
Cuando estaba haciendo mi licenciatura de cuatro años, jugaba en el equipo de la universidad y participaba en los Juegos anuales de la Asociación Universitaria de Ghana. Pero cuando me matriculé en la maestría en 2019, me uní al Ridge City, un club de la Primera División. Fue en el Ridge City donde me di cuenta de la importancia de la salud mental.
Sufría problemas de salud mental sin ni siquiera ser consciente de ellos. Creo que uno de los principales problemas es que a veces no se reconoce a los deportistas por cómo son, sino simplemente por lo que hacen. Los aficionados quieren que rindas. A veces no les importa si un atleta sufre una lesión o el proceso de recuperación que conlleva. Lo ven en términos de que el jugador no puede jugar.
Personalmente, mis luchas giraron en torno a la cuestión de no ser alineada por el entrenador. Estaba preocupada. Había estado haciendo horas extra de entrenamiento personal pero seguía cuestionando mis capacidades. Me hubiese gustardo poder hablarlo y obtener respuestas, pero no había espacio para eso. El periodo fue estresante y frustrante.
Las cosas empeoraron durante la pandemia de Covid-19, cuando se prohibió jugar al fútbol. Despertarme y quedarme en casa no era algo a lo que estuviera acostumbrada. Probé sesiones de entrenamiento bajo techo pero no era suficiente. Sentía que me estaba perdiendo. Llegué a un punto en que empecé a sentirme insensible. Ese fue el punto de ruptura para buscar terapia. Fui al hospital un par de veces para hacerme revisiones y el médico me dijo que estaba bien; solo necesitaba descansar y calmar la mente.
Después de la pandemia, las jugadoras luchaban por volver al fútbol y parecía que a nadie le importaban sus luchas. Era como si simplemente te hubieran dejado de lado. Como en aquel momento no tenía ni idea de con quién hablar, decidí escribir. Me ayudó a liberar mi mente.
Mis escritos empezaron a llegar a otras futbolistas. Recibí comentarios de jugadoras de distintos países, periodistas deportivos y el público en general sobre cómo les había llegado. Sin que ellos lo supieran en aquel momento, yo seguía luchando contra mis problemas de salud mental, pero la idea de compartir mis pensamientos para liberarme e inspirar a los demás me infundió esperanza y encendió mi pasión por escribir más. Escribí mucho y pronto publicaré BAYOR, una colección de relatos sobre el fútbol femenino en África, cuyos temas giran en torno a la salud mental y otras estructuras necesarias para el bienestar de las jugadoras.
Esto me hizo darme cuenta de que las jugadoras necesitan una comunidad donde compartir y ser escuchados, así que creé un proyecto llamado Ecos de Faraday para hacer precisamente eso.
En nuestra comunidad local, resulta difícil superar una espesa niebla de resistencia cuando una joven decide jugar al fútbol. Ecos de Faraday es un cambio de paradigma; crea un entorno artístico para que las mujeres futbolistas de África compartan y sean escuchadas.
Aquí, la poesía escénica y las películas se utilizan para llevar esperanza al público. Este arte transformador abarca todos los ángulos de las historias no contadas del fútbol femenino en África. Expone la realidad del viaje que emprenden las jugadoras africanas.
Hemos tenido un par de benefactoras de los jugadoras destacadas en el proyecto. Han ido a ver a chicas jóvenes de la comunidad local y les han ayudado en su formación. Estas jugadoras encontraron solidaridad. Redujo su ansiedad y calmó su mente cuando se dieron cuenta de que no estaban solas".
También empecé a ir a programas deportivos para hablar de estos temas. Cuanto más hablemos de ellos, más gente tomará conciencia y se dará cuenta de que hay ayuda que puede obtener. Aunque estas visitas no son totalmente artísticas, están en la línea de lo que estoy haciendo. Seguimos compartiendo esperanza y aportando fuerza y poder a los futbolistas con los que trabajamos durante estas visitas.
El sindicato de jugadores PFAG de Ghana me pidió que me uniera a su equipo creativo. Al principio estaba muy entusiasmada pero seguía luchando: me sentía mal mental y emocionalmente, estaba destrozada. Cuando compartí mis reticencias con el sindicato, Anthony Baffoe, fundador del PFAG, habló conmigo y me sugirió que buscara ayuda. Por aquel entonces me había afiliado a un club de la Premier League, Police Ladies, que tiene un departamento de asesoramiento. Me ayudaron y me dieron fuerzas para ayudar a otros.
Ahora trabajo a tiempo parcial con el PFAG. Uno de los problemas más comunes es que las jugadoras tienen dificultades con su salud mental y, como el sindicato se ha dado cuenta de la presión que soportan las futbolistas, están pidiendo a las jugadoras que informen de cualquier problema que tengan. El PFAG les ayuda a entender cuáles son sus problemas y qué opciones tienen para afrontarlos.