“Expresamos nuestro hartazgo con la administración del fútbol en Rumanía, que muestra reiteradamente su total falta de interés por la situación de los jugadores,” afirma el Director Jurídico de FIFPRO, Roy Vermeer.
FIFPRO y el sindicato rumano de futbolistas (AFAN) muestran estupefacción por la alarmante cantidad de problemas que afrontan los jugadores: impagos, rescisiones de contrato y falta de un juicio justo.
FIFPRO y AFAN han interpuesto dos apelaciones ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAD), en las que denuncian la situación actual: “Y seguiremos apelando las decisiones de la Federación rumana de fútbol, hasta que presente medidas efectivas que ayuden a mejorar la situación actual.”
Vermeer ha destacado cinco ejemplos que ilustran el actual estado de cosas en Rumanía:
- En los últimos ocho meses, el sindicato de futbolistas AFAN ha presentado la alarmante cifra de 460 reclamaciones ante los organismos de resolución de disputas, en las que los jugadores solicitaban, o bien el pago de los salarios debidos, o la rescisión de sus contratos a consecuencia de incumplimiento contractual. La amplia mayoría de estos casos continúa pendiente de resolución.
- Los futbolistas rumanos reciben un trato notablemente peor que el de sus colegas extranjeros. Mientras que los jugadores extranjeros pueden rescindir su contrato de trabajo de manera automática si se produce el impago de dos salarios, con un plazo de notificación de 15 días (en base al Reglamento de la FIFA), los jugadores rumanos han de solicitar a la Cámara Nacional de Resolución de Disputas permiso para rescindir su contrato. Tal solicitud puede conllevar hasta tres meses antes de su resolución. Durante todo ese tiempo, el jugador tiene obligación de permanecer inscrito con el club. Ello significa que, por lo general, un jugador está cinco meses sin cobrar antes de que se apruebe una decisión. AFAN y FIFPRO han presentado una petición ante el TAD para denunciar estas normas abusivas, y esperan que se les reconozca de manera razonada su petición.
- El Dinamo de Bucarest –club rumano sobre el que FIFPRO ha informado en ocasiones anteriores– recibió una prohibición de inscripción por parte de la FIFA en marzo de 2021, por no pagar a un jugador extranjero tras una decisión de la CRD. En junio, el club se declaró insolvente (la segunda vez desde el año 2015), tras lo cual solicitó a la FIFA que levantara la prohibición de transferencia, a lo que la FIFA accedió. Ahora, el insolvente Dinamo ha firmado y registrado a nuevos jugadores, mientras que la FIFA no va a ejecutar la prohibición de transferencia, permitiendo así al Dinamo gastar más dinero en nuevos jugadores, mientras que no ha pagado a los antiguos.
- La Federación rumana de fútbol ha permitido a dos clubes transferir su derecho de participación en competición (licencia profesional) a nuevas entidades con nombres similares. Las decisiones se tomaron quebrantando las normas aplicables y son muy perjudiciales para los jugadores de las ‘antiguas’ entidades, que no recibirán ninguno de sus pagos debidos. FIFPRO y AFAN apelan estas decisiones ante el TAD.
- Los futbolistas juveniles de Rumanía se ven obligados a firmar su primer contrato profesional con el club donde estén inscritos. De no hacerlo así, se arriesgan a recibir una suspensión de hasta dos años. Previamente, la FIFA ha confirmado que tales normas son incompatibles con su propio Reglamento, pero todavía no se han implementado las modificaciones oportunas.
“Desafortunadamente, la Federación rumana de fútbol es uno de los muchos ejemplos en que el principal objetivo de la federación parece ser limitar los derechos de los jugadores tanto como sea posible. En cualquier otra industria, una restricción sobre los derechos de los empleados requeriría un acuerdo de negociación colectiva. Sin embargo, en el fútbol, numerosas federaciones nacionales se han atribuido la autoridad para imponer normas sobre los jugadores, haciendo caso omiso de sus derechos, necesidades e inquietudes, y sin ninguna forma de negociación o adherencia a los principios democráticos."
"Los jugadores ni siquiera son considerados miembros de la federación, lo que plantea cuestiones como cuál es la base sobre la que las federaciones nacionales juzgan estar legitimadas para imponer restricciones laborales,” afirma Vermeer.