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Marco Rojas: "Tenemos que mostrar a las futbolistas que tienen aliados en el fútbol masculino"

Historias de futbolistas

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Marco Rojas ha jugado recientemente para Colo-Colo, club chileno de primera división. Hace poco el internacional de Nueva Zelanda donó 20.000 dólares a su exequipo, el Melbourne Victory, para contribuir al programa del fútbol femenino del club australiano.

Por Marco Rojas

Mi pasión al defender los derechos humanos y la igualdad proviene de mi familia. Mi madre es de Nueva Zelanda y mi padre es de Chile, y el lado chileno de mi familia vivió bajo el régimen de Pinochet y el golpe de Estado militar de los años setenta.

La familia de mi padre tuvo que huir de Chile y pedir asilo político en Australia, Canadá y Nueva Zelanda. Mi padre ha vivido gran parte de su vida fuera de su país de nacimiento.

Debo al sacrificio de mi familia el tener la fortuna de una vida privilegiada: crecer en Nueva Zelanda y disfrutar todo lo que el país tenía para ofrecer, antes de convertirme en futbolista profesional.

Lo que aprendí de la historia de mi familia quedó latente en mí durante mucho tiempo, mientras perseguía mis propias aspiraciones individuales y futbolísticas. Pero cuando esa enseñanza despertó otra vez, tras cierto avance personal realizado en los últimos años, quise poder conectar algunas de esas perspectivas e ideales de nuevo con el fútbol; quise asegurar que los privilegios que yo había disfrutado se extendieran a otras personas.

Observé la brecha entre lo que consigue el fútbol masculino, en comparación con el femenino. A lo largo de un periodo de 12 años, disfruté tres buenas rachas con el Melbourne Victory –un club maravilloso–, aunque durante mis dos últimos años allí, tomé nota de las diferencias que observaba entre los equipos masculino y femenino.

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Marco Rojas, en el Melbourne Victory
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Marco Rojas, en Colo-Colo
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Marco Rojas, jugando para Nueva Zelanda

Al estar en una posición privilegiada, sentí que podía hacer algo acerca de esa brecha. Me puse en contacto con el club, pregunté si me era posible realizar una donación económica, y me dieron su aprobación. La donación ayudará al Victory con iniciativas comunitarias, equipamiento y becas para la licencia de entrenamiento, para entrenadores del fútbol femenino. Me complace poder haber ayudado en pequeña medida –y sé que debo seguir ayudando– ,pero mi esperanza principal es que ello genere un debate en torno a esta cuestión.

Como jugadores del fútbol masculino, comprendemos lo que significa tener un equipo plenamente funcional, y cosechamos los beneficios de ello. Por consiguiente, cuando observamos esas brechas, debemos preguntarnos ¿qué puedo hacer para apoyar y fortalecer al equipo femenino? Debemos mostrar a las jugadoras que tienen aliados en el fútbol masculino.

Fue inspirador ver a las futbolistas internacionales, junto con FIFPRO y los sindicatos de jugadores, mostrar solidaridad al unirse y asegurar mejores condiciones y un pago más justo para las jugadoras, antes de la Copa Mundial Femenina de Australia/Nueva Zelanda.

Para mí, fue especialmente inspirador ver a las integrantes del fútbol femenino en posición más privilegiada por lo que respecta a su salario o a los países en que juegan, reunirse y luchar por quienes tienen menos privilegios.

Esa fue una de las razones que me motivaron a visitar la sede de FIFPRO en los Países Bajos y comprender más acerca de lo que hace la organización como sindicato global para los futbolistas profesionales. En junio, tuve la oportunidad de hacer una visita cuando estuve en Europa, tras cumplir con mis deberes con la selección nacional de Nueva Zelanda, y obtuve tanto en esos dos días que pasé allí.

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Marco Rojas, en la Casa FIFPRO
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Una de las numerosas conclusiones de mi visita fue la importancia general de los sindicatos de jugadores. Es algo que voy a compartir y transmitir a otros jugadores, especialmente los más jóvenes. Como futbolistas, en ocasiones no siempre prensamos en el tipo de trabajo que realizan los sindicatos para ayudarnos, pero es importante que sepamos que están ahí.

Los sindicatos son como una familia extendida; actúan en el mejor interés de los jugadores y están comprometidos a hacer avanzar sus derechos y proteger su bienestar. No puedo verlo más que como algo que beneficia a los futbolistas: ya sea un jugador juvenil que avanza en su camino, un jugador veterano, u otro que ya se ha retirado.

Como ciudadano neozelandés, estoy deseando ver la celebración de la Copa Mundial Femenina en mi país. Creo firmemente que Australia y Nueva Zelanda crearán un torneo especial, inolvidable para todas las participantes.

Y, por lo que respecta a la selección nacional femenina de Nueva Zelanda, reconozco profundamente el trabajo que ha realizado a lo largo de los años. Por encima de todo, espero que las jugadoras disfruten esta Copa Mundial.