Sobre
Katie Rood
Es internacional neozelandesa, fichó por el Hearts escocés y desde 2015 lleva un estilo de vida vegano. Hace poco lanzó "Natural Advantage", una comunidad online que busca mejorar la calidad de vida a través de la naturaleza. En un esfuerzo por combatir los efectos del calentamiento global, intenta aprovechar su plataforma para motivar a otras personas a asumir un interés activo en el medio ambiente.
Siempre me sentí conectada con la naturaleza. Al crecer en Nueva Zelanda, recuerdo jugar al fútbol los domingos y después correr al oeste para encontrar una buena vista de la puesta de sol sobre el océano. Era un momento para poder estar en paz conmigo misma, pensar y asombrarme por el mundo que me rodeaba.
Desde muy joven supe que deseaba ser atleta. Quería también recorrer el mundo, ver más de él. El fútbol me dio la oportunidad de hacer ambas cosas. Pero cuando comenzaron mis viajes comprendí rápidamente que el mundo que estaba observando no era como lo que yo había imaginado. Me di cuenta de lo afortunada que era por tener la oportunidad de ir a tantos lugares asombrosos, pero también me llegó una perspectiva única: entendí que tenía la responsabilidad de aprovechar mi plataforma para hacer algún bien en el mundo.
Comencé a llevar un estilo de vida vegano hace siete años. Me gusta la idea de ser una persona pacífica y creo que eso comienza por lo que como. Existían también razones medioambientales para apoyar esa decisión y, después de tan solo algunas semanas, observé también efectos positivos en mi bienestar y mi rendimiento.
Al comienzo me sentía tan bien que pensaba que todo el mundo debía dejar la carne y los productos lácteos, que el modo de vida vegano era el único camino a seguir. Por mucho que siga creyendo firmemente en sus beneficios para nuestra salud y el entorno –por supuesto también para los animales–, ahora entiendo que no es posible para todo el mundo adoptar el veganismo, y que tampoco deben hacerlo.
Ahora quiero alentar a todas las personas para que sean más conscientes del impacto que tiene sobre el planeta cada una de sus decisiones. Para algunas podría significar dejar totalmente los productos de origen animal. Pero para otras quizá sea consumir menos y tener claros los costos medioambientales y para la salud que trae.
Había veces que estaba de viaje y acababa con hambre porque no podía comprar un sándwich envuelto en plástico, me parecía un residuo innecesario. Al final entendí que ese nivel de rigidez me traía más problemas que beneficios. No es una batalla que pueda ganar una persona a nivel individual. El mejor modo de realizar un impacto positivo real es el cambio sistemático y debe ser un esfuerzo de equipo.
En este sistema económico en el que vivimos, cada dólar es clave. Dónde gastemos nuestro dinero ganado con esfuerzo incentivará ese cambio. ¿Qué pasaría si todos destinásemos nuestro dinero a organizaciones que de verdad tienen el medio ambiente en el eje de sus acciones?
Desde adquirir alimentos orgánicos a kits de fútbol fabricados mediante el reciclaje de residuos oceánicos, existen tantas tecnologías e iniciativas brillantes que podríamos apoyar para contribuir a modelar un mundo mejor. Se trata de que cada persona se responsabilice de sus propias elecciones. Para mí eso comienza por un estilo de vida vegano que impregna casi todas mis decisiones. Para otros se trata únicamente de ser consciente de las distintas fases de impacto que tiene sobre el mundo una hamburguesa de vaca, que se come en cinco minutos, y considerar la opción vegana cada cierto tiempo.
No soy perfecta. La huella de carbono requerida para jugar al fútbol en todo el mundo no es pequeña, pero esta es mi vida. Y seguiré haciendo todo lo posible para limitar mi impacto. El mundo no necesita un millón de personas perfectas. Necesitamos miles de millones de personas imperfectas, que vivan sus vidas mientras hagan lo que esté en su mano por marcar una diferencia.
Incluso esos pequeños cambios pueden parecer difíciles, por eso es importante recordarle a la gente hacia dónde van. Para mí renunciar a la carne y a los lácteos no fue difícil. Siempre sentí una profunda conexión con la naturaleza y, al saber lo mucho que la perjudican esas industrias, era un paso obvio. Pero algunas personas, especialmente las que están acostumbradas a una vida urbana, no tienen tanta oportunidad de salir a la naturaleza y apreciar toda su belleza.
Así quiero usar mi plataforma: para animar a las personas a ir más despacio, mirar a su alrededor y comprender por qué cuidar de la naturaleza es tan importante. Cuando has establecido esa relación con la naturaleza, los pequeños cambios no parecen sacrificios, sino más bien lo mínimo que podemos hacer.
Mostrarme en público como medioambientalista no fue fácil y sabía que algunas personas podrían burlarse del contenido que había creado, pero luego me di cuenta que no tiene importancia. Trato de llegar a quienes están abiertos a recibir mi mensaje: esas son las personas que inspirarán a otros a realizar un cambio. Esa es una reacción en cadena que marcará una diferencia en el mundo.
La Copa Mundial Femenina de la FIFA 2023 será una gran oportunidad para dirigir el foco de atención a Nueva Zelanda y Australia, y para difundir las maravillosas vistas y experiencias naturales que tenemos aquí. Espero formar parte del equipo de Nueva Zelanda pero, aunque no pasara, trataré activamente de involucrar a la comunidad futbolística de todo el mundo en debates conservacionistas.
El fútbol tiene una influencia mundial tan sólida que, quitando tal vez la religión, no existe nada que reúna a su comunidad con un poder semejante. Es tan importante que nosotros -los y las futbolistas, los clubes, los organismos organizadores- aprovechemos este poder y lideremos con el ejemplo… Es nuestra responsabilidad hacer el cambio que queremos ver e inspirar al mundo a hacer lo mismo.
Cada dos semanas, nuestra serie #CommunityChampion destaca las actividades de un jugador o jugadora profesional que ayudan a mejorar la vida de otras personas de su comunidad.