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En 2016, Samir Arab fue jugador de la selección nacional sub-21 de Malta. Estaba a punto de entrar en la selección sénior y tener la oportunidad de jugar contra algunos de los mejores futbolistas del mundo.
Un día, un antiguo compañero de equipo al que no había visto en meses le invitó a una reunión en una cafetería de la zona.
Allí, en una caseta de madera, le ofreció a Samir 3000 euros para amañar un partido de clasificación para la Eurocopa.
Samir Arab rechazó la propuesta, pero tuvo miedo de informar autoridades del fútbol.
“Sé que las personas que están detrás de estos actos son bandas criminales, mafias y personas peligrosas”, dijo.