Franck Ndomo es un futbolista profesional de Camerún. Ha compartido sus experiencias con FIFPRO dentro de la campaña destinada a alertar de las personas que se hacen pasar por agentes de futbolistas.
Por Franck Ndomo
El año pasado me hicieron una oferta para jugar en Ghana. Pero más tarde me di cuenta de que esa oferta realmente no era tal.
Yo había decidido poner fin a mi carrera futbolística, porque de 2014 a 2021 viví cómo algunos directivos y gerentes de clubes de Camerún hacen trabajar a los jugadores sin nómina y se las arreglan para evitar todo tipo de demandas.
Sin embargo, poco después de dejarlo, se puso en contacto conmigo Fabrice Djetou, un excompañero de equipo con el que había jugado en el Tonnerre Kalara Club. Me dijo que acababa de firmar un contrato con un equipo de Ghana, el West Africa Football Academy (WAFA). Se ofreció a ponerme en contacto con su representante, que había encontrado el club.
Empecé a comunicarme con su representante, me dijo que enviaría mis videos y mi CV a los técnicos del club. Unos días después me envió los documentos del club y tuve que rellenarlos y enviárselos. Una vez lo hice, me envió un mensaje diciéndome que tenía que estar en Kumasi (Ghana) el 1 de septiembre de 2022.
Viajé por carretera porque no tenía suficientes medios para tomar un vuelo. De hecho, Fabrice me puso en contacto con una gente que se ocuparía de mi viaje a Kumasi por una cantidad de dinero. El viaje fue muy complicado y tardé cinco días en llegar. En cada frontera me encontré con miembros de la red —llamémoslos así— que nos facilitaron el paso.
Una vez en Kumasi, avisé al representante, que me dijo que me iría a buscar mi compañero de equipo Fabrice. Pero cuando le pedí a Fabrice por WhatsApp que viniera a recogerme, me dijo que no podía porque estaba ocupado. En vez de eso, me dio las indicaciones para llegar adonde estaba él. Eso fue lo primero que me hizo sospechar.
Tres horas después, cuando llegué al sitio, no lo vi. Tuve que llamarlo para decirle que estaba ahí. Luego salió de un pasillo acompañado de otra persona al que presentó como su compañero de equipo y capitán de Senegal. Me llevaron a un hotel, donde me pidieron que les diera el dinero que llevaba encima para pagar las noches que estaría alojado hasta que finalizara mi contrato con el club.
Me puse en contacto con el representante y le conté la situación. Me dijo que pagara primero, así que les di una buena parte de mis ahorros.
Poco después, me dijeron que tenía que darles 800.000 FCFA (1.300 USD) antes de unirme al club. Según decían, este dinero serviría para renovar mi identidad —para darme la nacionalidad ghanesa— y para pagar el seguro. Le pregunté a Fabrice: "¿Por qué no me contaste esto desde el principio?" Me dijo que pensaba que me lo había contado el representante. Me puse en contacto con el representante y él me dijo que pensaba que me lo había contado Fabrice…
Luego el representante me pidió que pagara los 800.000 FCFA. Ahí es donde me di cuenta de que había caído en una estafa.
Cuando les pregunté si podía ir a ver las instalaciones, me dijeron que primero tenía que pagar los 800.000 FCFA antes de nada. Aún no había visto el campo ni al representante ni el contrato, nada de nada. Las únicas personas a las que había visto hasta entonces eran Fabrice y su cómplice. Pensé: "Tengo que salir de esta emboscada".
Pasé dos días con ellos en la habitación del hotel. No me dejaban salir, me decían que mis papeles no servían de nada porque había entrado en Ghana forma ilegal y que la policía se paseaba por la zona de vez en cuando.
Me di cuenta de que el dinero les atraía, así que preparé un plan. Le pedí a mi amigo ghanés de Accra que se hiciera pasar por un tío mío al que mi tía de Camerún había enviado 500.000 FCFA. Les hice creer a Fabrice y a su cómplice que mi familia había enviado el dinero a mi tío que vivía en Accra, y que él añadiría 300.000 FCFA para completar los 800.000 FCFA. Les pedí que me dejaran ir a Accra para recoger el dinero. Estuvieron dudando pero al final mordieron el anzuelo y me dejaron ir por el dinero.
Así es como conseguí escapar y me encontré en Accra, donde mi amigo me acogió y me dejó quedarme en su casa varias semanas.
Me puse en contacto con mi sindicato de jugadores, SYNAFOC, y ellos me pusieron en contacto con el de Ghana, la Asociación de Futbolistas Profesionales de Ghana (PFAG). Por desgracia, como en Ghana no hoy embajada de Camerún, tuve que ir a Costa de Marfil porque era el país más cercano donde hay una. Aquí corrigieron mis documentos y reuní el dinero para comprar un billete de vuelta en avión. Después de siete meses de luchas infructuosas en Costa de Marfil, conseguí mi pase y un billete con la ayuda de SYNAFOC y la Unión de Futbolistas Profesionales de Costa de Marfil (UFPCI).
Aprendí mucho de esta desventura. Ya no confío ciegamente en nadie; evito tomar decisiones precipitadas cuando estoy enfadado o desesperado, porque esto a menudo conduce a situaciones lamentables como mis desventuras en África occidental.
A mis compañeros jugadores cameruneses les diría que tengan mucho cuidado. Si les ofrecen una prueba o un supuesto contrato en el extranjero, informen de inmediato al sindicato para que puedan hacer algunas comprobaciones. Tienen que conseguir que el club les envíe una carta de invitación, un billete de avión y una reserva de hotel. Da igual lo que les prometan: nunca corran ustedes con los gastos del viaje.
