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Saki Kumagai

Condiciones para las futbolistas

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‘Cuando Japón ganó la Copa Mundial Femenina de 2011, recibimos una prima de 10.000 yenes por jugadora y por cada partido que ganamos, unos 88 euros.’

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‘Las condiciones en aquel entonces eran, como poco, limitadas. Aún así ganamos el torneo. ’

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‘Las condiciones en 2023 en comparación con ediciones anteriores fueron increíbles. Pude centrarme sólo en el fútbol.’

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‘Como jugadoras deseamos tener condiciones óptimas para poder jugar a nuestro mejor nivel’

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Saki Kumagai: "No hay vuelta atrás" 

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La defensa japonesa Saki Kumagai, veterana de cuatro Copas Mundiales Femeninas y campeona del mundo en 2011, habla sobre la evolución de la mejora de las condiciones mundialistas para las internacionales femeninas y la importancia de la voz de las futbolistas.

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Cuando Japón ganó la Copa Mundial Femenina de 2011, recibimos una prima de 10.000 yenes por jugadora y por cada partido que ganamos. 

Diez mil yenes. En 2011 eran equivalentes a 88 euros aproximadamente.

En aquel entonces, incluso la idea de denominarme futbolista profesional parecía un sueño lejano. Todavía era estudiante. La mayor parte del equipo nacional trabajaba durante el día y entrenaba por la noche o, como yo, estaba estudiando. 

Excepto en el nombre, éramos un equipo aficionado. 

En verdad, como equipo de futbolistas, nos faltaba comprensión en lo relativo a las ganancias de las futbolistas. En parte, esto guarda relación con nuestra cultura japonesa. No estamos acostumbrados a hablar de dinero. Es una cuestión que cuesta plantear.

No se debatió el monto del premio antes de la competición y no teníamos un entorno que recibiera con agrado preguntas sobre esas cuestiones. Honestamente no sabíamos que pudiéramos hablar claro al respecto.

Como futbolista de veinte años, me entusiasmó ser seleccionada. ¿Por qué iba a ponerlo en riesgo? Formar parte de ese equipo y aparecer en un evento global era una obsesión de toda la vida para mí. 

Desde que era pequeña, mi deseo era pegarle a la pelota, jugando por ahí con mi hermano mayor. Vivía el fútbol día y noche. Era todo en lo que pensaba. 

En la escuela primaria y secundaria escribí en mis redacciones de graduación que quería ser futbolista profesional. Puedes imaginar las reacciones de mis profesores. Pese a no haber prácticamente mujeres profesionales en Japón en aquel momento, fantaseaba con dedicarme a la carrera futbolística a tiempo completo. 

Nunca pude haber adivinado por dónde iban a ir las cosas. Que un día marcaría el penal ganador de la Copa Mundial.

Cuánto me hubiera gustado ver a mi yo del pasado responder a eso. Hoy en día todavía no puedo creerlo. 

Honestamente no era muy buena lanzando penales. No tenía idea de que me fueran a seleccionar para tirar uno. Pero cuando finalizó el tiempo extra en la final y volvimos al banquillo, Nori-san (Norio Sasaki), nuestro entrenador, había decidido ya el orden. Yo era la quinta. Imagina mi sorpresa. El mayor partido en la historia de Japón y me escogen para el quinto tiro, el crucial. Estaba sumamente nerviosa. 

Nuestra capitana, Sawa-san (Homare Sawa), era la cuarta. Pero dijo que no quería lanzar ningún penal. Colocó el imán con su nombre en el fondo del tablero y las demás subimos un puesto.

Ahora lanzaba yo el cuarto penal. Se me revolvió el estómago. Estando con mis compañeras en la mitad de la cancha simplemente pensaba "¿por qué yo?". 

Hay que recordar que yo era muy joven. No quería decepcionar al equipo. 

Mis compañeras de equipo podían percibir mi ansiedad. Miyama-san (Aya Miyama) y otras chicas dijeron: "Tomar un penal en la final de un Mundial es una oportunidad que solo se presenta una vez en la vida. Disfrutémoslo". 

Esas palabras verdaderamente me salvaron. Estoy segura de que Miyama-san y las demás estaban tan nerviosas como yo y también sentían la presión, pero no lo exteriorizaban. En aquel momento, pude cambiar el chip y centrarme. Al echar la vista atrás, eso es lo que me animó a dar el paso y marcar en el penal decisivo. 

El goce posterior es una sensación que nunca olvidaré. Habíamos superado tanto para llegar a ese punto. Ganamos la Copa Mundial contra todo pronóstico, tanto dentro como fuera del campo. 

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Las condiciones en aquel entonces eran, como poco, limitadas. Aún así ganamos el torneo. 

Volábamos siempre en clase turista. Dormíamos en habitaciones dobles. No teníamos muchos fisioterapeutas para recibir tratamiento. Y la comida era lo que estuviera en oferta donde estábamos.

En aquel momento lo aceptábamos como el estándar. No sabíamos más. Luego comencé a jugar en el extranjero y aprendí lo importante que era reclamar.

Mi fútbol se ha basado siempre en el colectivo. Conozco mis fortalezas y mis limitaciones. No soy una jugadora que pueda regatear superando a sus oponentes en velocidad. O marcar muchos goles. No puedo hacerlo todo por mi cuenta. Lo que puedo hacer es sacar lo mejor de mis compañeras de equipo. 

La alegría de trabajar y lograr cosas juntas es mucho mejor que hacerlo en soledad. Doy prioridad al grupo porque es el mejor modo de obtener resultados. Después de todo el fútbol es un deporte de equipo. 

Por lo tanto, cuando hace tres años se planteó la idea de que las futbolistas japonesas se incorporasen al sindicato, firmé enseguida. Hemos hablado con ellos sobre lo que consideramos que podría mejorarse y nos representaron en una reunión con la Federación Japonesa de Fútbol. 

Creo firmemente que debemos hacer las cosas al ‘modo japonés’. A nivel global, se debate ampliamente la igualdad en el juego y, aunque obviamente deseamos una compensación justa, lo más importante como jugadoras es que deseamos tener condiciones óptimas para poder jugar a nuestro mejor nivel. 

A favor de la federación, hay que decir que nos escucharon y nos atendieron.

‘Habiendo jugado en cuatro Copas Mundiales, las condiciones en 2023 en comparación con ediciones anteriores fueron increíbles.’

En la Copa Asiática Femenina de 2022 y en la Copa Mundial de 2023 viajamos en clase preferente, con una mayor delegación y, crucialmente para alguien a quien le encanta comer, teníamos nuestros propios chefs. Podría parecer obvio pero como futbolistas nuestro cuerpo nos hace ser lo que somos. Si no se alimenta adecuadamente, no podemos rendir. Y en el escenario de la Copa Mundial eso no es aceptable. 

En nombre del equipo firmé también la carta de FIFPRO a la FIFA, solicitando igualdad de condiciones para la Copa Mundial, una vía para la igualdad en el monto de los premios y una parte garantizada del mismo directamente para las futbolistas. Es difícil subestimar lo importante que es el dinero del premio para gran parte del equipo. La cantidad que ganamos por jugar seis semanas en Australia y Nueva Zelanda superó el salario anual para muchas de las que juegan a nivel nacional en Japón. 

Por lo tanto se han conseguido avances. Habiendo jugado en cuatro Copas Mundiales, las condiciones en 2023 en comparación con ediciones anteriores fueron increíbles. Pude centrarme sólo en el fútbol. Cuando miras lo que tenemos ahora, recibimos muchos más privilegios y atenciones que en comparación a 2011. 

Pero eso no puede detenerse con esta Copa Mundial. A partir de ahora, debemos asegurar que esta sea la norma. Debemos seguir reclamando. Me siento muy orgullosa de ver la cifra de jóvenes que se manifiestan y no temen hablar claro. Lo que solicitamos quizá no nos beneficie inmediatamente, pero sin duda ayudará a futuras futbolistas. 

De ese modo, en un plazo de 10 años, el fútbol será irreconocible como el deporte que conocemos actualmente y veremos a más jóvenes que aspiren a ser mujeres futbolistas.

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