Krystyna Freda, internacional de Chipre nacida en Estados Unidos, ha pasado la mayor parte de su carrera jugando en ligas europeas: la finlandesa, la escocesa y, fundamentaltemente, en la chipriota. Tras participar con el sindicato de jugadores de su país durante varios años, se incorpora oficialmente a FIFPRO como miembro del Consejo Mundial de Futbolistas.
Por Krystyna Freda
Al haber crecido en Estados Unidos, soñaba con jugar para la selección nacional igual que cualquier niña estadounidense que ame el fútbol. Pero rápidamente comprendí que ese sueño nunca se haría realidad para mí: no jugaba para los clubes adecuados, no acudía a las universidades adecuadas y sencillamente no me había preparado desde muy joven para alcanzar ese nivel.
Terminé viajando a Europa para seguir mi carrera futbolística y me establecí aquí, en Chipre. Con el tiempo comencé a pensar en mis opciones internacionales porque podía obtener la ciudadanía polaca gracias a mis abuelos, y comencé a hablar con el entrenador de la selección nacional sobre la posibilidad de jugar en ese país.
Sin embargo la selección nacional chipriota se enteró de esto y planteó que llevaba cuatro años viviendo ahí: me había aclimatado a la cultura, jugaba en su liga, aprendí el idioma. Era chipriota, así que me dijeron que debía jugar para ellas.
Fue un momento en que sentí una poderosa aceptación de mi persona, al ser convocada por un país que amo y al que tengo la oportunidad de representar. Sabía que Polonia ofrecía vías más competitivas en el escenario internacional, pero Chipre capturó mi corazón. Cuando me decidí a solicitar mi ciudadanía, ya nunca volví atrás.
Ser seleccionada como capitana de Chipre fue algo que nunca esperé y me quedé atónita cuando me ofrecieron lucir el brazalete. Al no haber nacido ahí jamás pensé que ese pudiera ser mi futuro, pero me sentí inmensamente honrada de que el país que había escogido me seleccionara a su vez.
Guardo como un tesoro el respeto que el entrenador me ha demostrado, tanto a nivel de futbolista como de persona, y voy a hacer todo lo posible para ganarme su orgullo y el de Chipre. Me enorgullezco tanto de estar aquí y el hecho de haber decidido jugar para este país me compromete todavía más a hacer lo que pueda por él dentro y fuera del campo.
Cuando me retire seguiré deseando participar en el fútbol. No me veo como entrenadora pero sí en la gestión. Pensé que cursar un máster en empresariales sería un gran modo de prepararme y conocer distintos enfoques hacia el aspecto más corporativo de las cosas y, cada vez que he tenido un encargo profesional, he encontrado siempre el modo de vincularlo al fútbol femenino.
Quería enfocar mi mente en las mejoras necesarias en Chipre y aprender lo más posible sobre los modos de alcanzar el cambio. Finalmente, esto condujo al tema de mi tesis. Análisis del desarrollo del fútbol femenino en Chipre: autosostenibilidad y factores clave para el éxito.
Durante mi investigación estudié los informes de la FIFA y la UEFA de los últimos cinco años para confeccionar una comparación entre la media de las estadísticas y la realidad de las futbolistas en Chipre. Comparé las horas de entrenamiento, las influencias económicas, el potencial de marketing y tantos otros factores que señalan los ámbitos de mayor carencia de Chipre respecto a otros países europeos, y dónde podría hallarse el mayor margen para el desarrollo.
Hubo dos inquietudes que destacaron como las que requerían inmediata atención para desarrollar un mejor sistema en Chipre: 1) recursos básicos, como personal, condiciones del juego y equipamiento; y 2) nivel de inversión.
Realicé una encuesta, que reveló que tan solo el 39 por ciento de las futbolistas pueden depender del fútbol como su principal fuente de ingresos, con casi el mismo porcentaje (38,2 por ciento) manifestando no recibir ninguna remuneración. La gran mayoría (71,4 por ciento) ni siquiera se considerarían futbolistas profesionales, lo que nos obliga a superar un camino ascendente en la batalla por desarrollar la liga.
Imaginemos que estas mujeres pudieran dedicar su tiempo y atención al deporte que aman, el efecto colateral que esto tendría a nivel nacional y de club, y el potencial que podría expresar en nuestro sistema juvenil.
Viendo las estadísticas y comparando las distintas situaciones en todo el mundo me hizo interesarme para saber más. Mi investigación sentó las bases de lo que quiero sea el centro de atención en mi vida y, ahora, como miembro del Consejo Mundial de Futbolistas de FIFPRO, espero poder aprovechar esa información para impulsar un cambio donde más se necesite.
Consejo Mundial de Futbolistas: una plataforma para los y las futbolistas
Hay tantos proyectos en que FIFPRO trabaja ya, que me entusiasma participar en ellos. En particular me preocupan las lesiones del ligamento cruzado anterior, especialmente porque estoy en rehabilitación por un desgarro sufrido a principios de este año. Es un problema demasiado común en el fútbol femenino actual y, para mí, es obvio que quienes lo sufren necesitan un psicólogo especializado en deportes a fin de facilitar su recuperación.
La propia naturaleza de la lesión ejerce enorme presión en el entrenamiento y, en algunos casos, en la carrera. Las futbolistas necesitan alguien que les ayude al respecto, aunque inicialmente no lo crean. Me considero afortunada por tener acceso a ese nivel de apoyo y puedo ver de primera mano lo ventajoso que es. Pero eso me hace incluso más consciente de quienes trabajan en la misma liga y tienen que pasar sin ello. quiero contribuir a que sea un recurso al alcance.
Históricamente, Chipre no está tan avanzado como algunos de otros países europeos y a nivel de desarrollo estamos muy lejos de naciones como los Países Bajos y Francia. Por eso, creo que es incluso más importante tener voz en el Consejo, para representar a naciones en riesgo de quedarse rezagadas.
Se han dado pasos hacia la igualdad salarial, lo cual es estupendo, pero no creo que ese debiera ser el foco de atención para países como Chipre. Para mí, nuestros esfuerzos deben centrarse en el desarrollo; crear una infraestructura que desarrolle a las jugadoras juveniles en la próxima generación de mujeres futbolistas. Hasta noviembre de 2022, nuestra competición Sub-18 jugó nueve contra nueve porque no había futbolistas suficientes, lo que las pone en desventaja en campeonatos juveniles.
Cuando llegué al Consejo Mundial de Futbolistas por primera vez me pareció que faltaba cierta representación de los países más pequeños específicamente, un ámbito en el que considero podría aportar mi experiencia. Es estupendo observar el desarrollo de las principales ligas nacionales y que los grandes equipos nacionales obtienen la igualdad salarial que merecen. Pero en el caso del fútbol femenino, aunque el techo continúa ascendiendo, la base no sube con él.
Considero que estoy en la base y deseo elevar el nivel para cerrar esa brecha ligeramente y aportar mayor equilibrio a la organización. Por ese motivo me puse en contacto, y ahí es donde puedo contribuir a crear un cambio positivo en países que, hasta ahora, no siempre han tenido suficiente voz para ser escuchados.
La igualdad salarial es importante, pero no es solo el dinero lo que atrae al público al fútbol. Necesitamos desarrollo, infraestructura, más tiempo de entrenamiento, marketing. debemos construir algo estable; crear un fútbol del que más mujeres deseen formar parte, al que más aficionados deseen seguir, y que, en última instancia, se sustente económicamente.
Tampoco es una conversación limitada a la sala de juntas; debe mantenerse también sobre el campo de juego. En mi función como capitana de la selección nacional, mi voz tiene mayor alcance que la voz de otras jugadoras.
Por supuesto, el dinero es importante. Pero debemos luchar por los recursos, por la inversión en nuestras futbolistas y su rendimiento, y entonces tendremos la plataforma para exigir lo que en derecho nos corresponde.
La nueva Liga de las Naciones brinda una buena oportunidad para que podamos llegar al escenario internacional, mostrar quiénes somos y comprometernos con la competición. No somos la selección nacional femenina de Estados Unidos, ni la de Francia, pero estamos avanzando y espero que nuestros esfuerzos comiencen a cosechar resultados y reconocimiento.
El fútbol femenino en Chipre no recibe inversión suficiente, está infradesarrollado y es poco valorado, por lo que hacer de ello un producto mercantilizable no será un proyecto que pueda realizarse de la noche a la mañana.
Creo que me quedan bastantes años como jugadora. Espero obtener lo máximo de ello, porque sé que cuando finalmente me retire para mí será un cambio difícil, como lo es para todas nosotras.
No obstante, espero todavía poder marcar la diferencia en el fútbol. Tengo mucha energía e ideas, y necesito enfocarme en un punto concreto. Creo que el aspecto comercial del fútbol es donde mi experiencia y formación verdaderamente se aúnan. Formar parte del Consejo Mundial de Futbolistas es un paso importante en ese trayecto, y me entusiasma darlo.