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Sarah Gregorius: "Hay más jugadoras que nunca que consideran a FIFPRO y a los sindicatos como sus representantes colectivos"

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Veterana de tres Copas Mundiales Femeninas y dos Torneos Olímpicos de Fútbol, Sarah Gregorius disputó una centena de partidos internacionales con Nueva Zelanda antes de colgar los botines y unirse a FIFPRO como directora de Política Global y Estratégica para el Fútbol Femenino.

El miércoles 31 de julio será el último día de Gregorius en FIFPRO, poniendo punto final a un exitoso mandato en el que la neozelandesa ha impulsado importantes avances para las condiciones de trabajo de las futbolistas.

Durante su etapa en el sindicato mundial de futbolistas, Gregorius consiguió que FIFPRO, los sindicatos miembros y las jugadoras internacionales de 25 países garantizaran la igualdad de condiciones y un mínimo del 30 por ciento del premio en metálico para las jugadoras de la Copa Mundial Femenina de 2023, en lo que constituyó la mayor acción colectiva jamás emprendida en el fútbol femenino.

Gregorius, cuya pasión por el activismo fue aprovechada a través de su tiempo con la Asociación de Futbolistas Profesionales de Nueva Zelanda, también formó parte del equipo que ayudó a formar e impulsar las primeras normas de maternidad y embarazo en los reglamentos del fútbol internacional a partir de 2021. Mientras se prepara para afrontar un nuevo reto en su carrera, Gregorius reflexiona sobre su tiempo en FIFPRO.

Sarah, dejas FIFPRO tras cinco productivos años. ¿Cuáles fueron las circunstancias que te llevaron a formar parte de la organización?

Llegué a FIFPRO poco después de mi último partido en la Copa Mundial Femenina de la FIFA en Francia en 2019. FIFPRO se puso en contacto conmigo en el torneo, preguntándome si consideraría la posibilidad de asumir un papel con ellos. Tenía experiencia en el movimiento sindical a nivel nacional, a través de mi tiempo en la Asociación de Futbolistas Profesionales de Nueva Zelanda, así que sabía que me apasionaba el activismo a través del poder de permanecer unida junto a otras futbolistas, pero nunca había soñado con hacerlo a nivel internacional.

Probablemente, como la mayoría de los futbolistas que pasan de jugar a otra profesión, sentí como un cambio sísmico, como una especie de presión o nerviosismo que puedes sentir cuando sabes que tienes que dar un paso adelante en un partido importante. Sentí una gran responsabilidad. En mi cabeza yo seguía siendo jugadora y estaba haciendo este trabajo en nombre de todas las jugadoras, las que contaba como compañeras de equipo, como rivales y todas los futbolistas con las que nunca me había cruzado personalmente.

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¿Cómo te guiaron esa sensación de la que hablas y tu experiencia como futbolista?

Este sentimiento y todas mis experiencias en el fútbol, tanto las vividas como las observadas en otras personas, marcaron mi enfoque y mi actitud en el trabajo. A lo largo de mi carrera, a menudo he tenido la sensación de que las cosas no eran lo bastante buenas, de que lo que se nos ofrecía a las jugadoras no tenía sentido o no se ajustaba a lo que se esperaba de nosotras. También existe la idea de que las futbolistas debemos sentirnos afortunados por lo que tenemos, que no sólo hay que cumplir, sino también agradecer. A mí como futbolista me fastidiaba y como defensora de los jugadoras me avivaba el fuego.

Fue un gran honor jugar con mi país en tres Mundiales. De 2011 a 2019 en cada edición se podían ver los avances que estaba experimentando el fútbol, no solo en esos grandes torneos, sino también entre Copas Mundiales, con el crecimiento del fútbol internacional y profesional y las oportunidades que crecían con él. Pero seguía pensando: "Esto debería ser mucho mejor". Personalmente quería participar en un cambio que pudiera crear una nueva normalidad para las jugadoras que vendrían después de mí y para mis compañeras y rivales que seguían en activo.

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Ser jugadora y disponer de esa red debe de haber sido de gran ayuda, teniendo en cuenta la conexión con quienes aún juegan y la comprensión de los principales problemas del fútbol femenino...

Desde luego que sí. Una de mis primeras tareas en FIFPRO fue ponerme en contacto con las futbolistas, utilizar las relaciones que tenía para acercar la comunidad de jugadoras de fútbol femenino a FIFPRO y ayudar a poner en marcha el Consejo Mundial de Futbolistas. Y descubrí que no era difícil incorporarlas a la misión.

Había un claro deseo de que las jugadoras participaran en conversaciones y acciones colectivas para mejorar el sector, desde las condiciones hasta la igualdad salarial, pasando por la lucha contra los comportamientos y circunstancias abusivos. Y no sólo para ellas sino para todas las jugadoras del mundo. Por aquel entonces mi campaña se basaba en el potencial y las posibilidades, y les decía a los jugadoras que realmente podíamos marcar la diferencia. Luego vino la parte difícil (pero divertida): demostrarles que podíamos.

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Reflexionando sobre los logros y el trabajo en torno a la Copa Mundial Femenina 2023, ¿qué importancia tuvo como demostración de posibilidades hacia las futbolistas, los sindicatos y la industria?

Se trataba de una idea en la que habíamos trabajado desde que llegué a FIFPRO, conociendo de primera mano la enorme diferencia de condiciones y premios en metálico entre los torneos masculinos y femeninos. Así que trazamos nuestro plan y nuestra estrategia, no sólo para lograr la igualdad de condiciones y de premios, sino para garantizar que una parte mínima del 30% de esos premios se reservara para todas las futbolistas. Elaboramos un mensaje claro que esperábamos uniera a las jugadoras y a los sindicatos y descubrimos que, de hecho, había una corriente de apoyo. Cuando pedimos a las jugadoras que firmaran la carta de la campaña, obtuvimos páginas y páginas de firmas de 25 equipos nacionales, con algunos de los nombres más importantes del fútbol femenino.

Por lo tanto en muchos sentidos ya habíamos ganado, independientemente de cuál fuera la respuesta de la FIFA. Este tipo de organización de la acción colectiva internacional por parte de los futbolistas nunca había sido llevada a cabo por FIFPRO, ni por nadie a nivel mundial en el deporte. La FIFA anunció que igualaría las condiciones entre los Mundiales masculino y femenino, que garantizaría que una parte de los premios en metálico iría a parar a todas las jugadoras participantes, y manifestó su ambición de lograr la igualdad de premios en metálico para los Mundiales de 2026 y 2027. Para las futbolistas, los sindicatos y, por supuesto, FIFPRO, fue una prueba muy importante del poder del colectivo mundial y del cambio positivo que puede generar.

Echando la vista atrás, ¿hay algún otro momento que le venga hoy a la memoria?

Hay muchos otros momentos, grandes y pequeños, en los que estoy muy orgullosa de haber participado en FIFPRO: desde nuestros informes personalizados sobre las condiciones de empleo hasta la introducción de normativas y orientaciones sobre maternidad y embarazo, pasando por nuestro trabajo sobre el calendario de partidos internacionales femeninos y la carga de trabajo de las jugadoras, y todo lo demás.

Pero también estoy muy satisfecha con los cambios más sutiles y matizados que se han producido. Hoy, más jugadoras que nunca consideran a FIFPRO y a sus sindicatos como sus representantes colectivos. Son conscientes de que somos una fuente de apoyo, solidaridad y energía, que trabajamos con ellas y para ellas en la gobernanza del fútbol en pro de sus derechos y protecciones. Gracias a un esfuerzo constante con nuestros sindicatos, estamos en el corazón y en la mente de las futbolistas. Somos su voz internacional.

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¿Qué te depara el futuro?

Me quedo en el fútbol femenino porque es lo que me apasiona, lo que amo. Siempre seré una jugadora, ¡no importa lo que me digan las rodillas! Y siempre me aferraré a esos valores que me inculcaron como futbolista y defensora en mi próximo puesto y en los que vengan, si tengo la suerte de seguir trabajando en este gran deporte durante toda mi carrera.

Es fácil decir que el fútbol femenino se encuentra en el mejor momento de su historia, pero esto se debe en parte a lo mal que se ha tratado a este deporte y a sus jugadoras durante gran parte de su pasado. El único camino era hacia arriba, pero este crecimiento ha sido fragmentado y esporádico. Y seguirá siéndolo si nos dejamos llevar por el bombo y platillo y no continuamos centrándonos adecuadamente en cuál es el camino más saludable y sostenible para nuestro deporte, basándonos en lo que el fútbol femenino realmente necesita y teniendo a las jugadoras en el centro del mismo.

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¿Y para FIFPRO?

Al dejar FIFPRO y traspasar el privilegio y la responsabilidad de mi cargo, por supuesto es un momento de reflexión, pero también de entusiasmo por ver hacia dónde se dirige el movimiento de FIFPRO y del fútbol femenino en general. Hay tantas oportunidades para innovar e impulsar el cambio en nombre de las jugadoras y con ellas, para mejorar sus carreras y su posición en el sector. Es un poco como la arcilla, lista para ser modelada y moldeada, las estructuras existentes para ser reformadas y recreadas y estoy impaciente por ser tanto una animadora como una aliada de este trabajo.