"Pilares sindicales" es una serie de entrevistas que pone el punto de mira en las personas de las asociaciones miembro de FIFPRO que se dedican a mejorar el bienestar de los y las futbolistas profesionales de su país.
Roberto Silva Pró es el presidente de la Agremiación de Futbolistas Profesionales del Perú (SAFAP). El exdelantero peruano, de vasta trayectoria local e internacional, habla de su trabajo diario, los desafíos a los que se enfrenta y de sus motivaciones.
¿Cuál es tu función actual y tu formación?
Podría responderte que soy el presidente del gremio de futbolistas peruanos pero me gusta responder que acá existe una junta directiva y un equipo administrativo. La junta directiva, que es elegida por los jugadores, la presido yo. Mi labor es ejecutiva y la parte administrativa es más responsabilidad de Fernando Revilla [miembro del Consejo de la Asociación de FIFPRO] que mía, aunque los dos estamos en el día a día en la oficina todo el tiempo. Las cosas las resolvemos entre todos.
Yo soy la cara visible del gremio para la gente, entonces mis funciones son más políticas. Sea en reuniones de trabajo, visitas a los clubes, salidas en prensa... A las reuniones vamos con Fernando porque siempre hay más oportunidades conseguir cosas cuando nos juntamos de a dos con los clubes. Nos defendemos mejor también de a dos. Y después estoy pensando en el trabajo más estratégico, por dónde ir, hacia dónde avanzar, sea en temas comerciales como de servicios para los jugadores.
Sobre mi formación, yo soy economista de profesión, recibido en la Universidad del Pacífico de acá en el Perú. Además tengo un máster en administración de negocios y otro del Johan Cruyff Institute en negocios internacionales de fútbol. Abrieron una sucursal aquí y yo estuve en la primera promoción hace 11 años ya.
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo dentro del sindicato?
Que le puedo aportar algo al deporte de mi país, en particular el fútbol. Yo me considero más deportista que futbolista. Mi espíritu está linkeado al deporte, ojalá pudiese ayudar no sólo al fútbol. Esto es una trinchera donde uno trata de ser el personaje correcto dentro de un mundo del fútbol tan poco correcto, tan informal y tan lleno de cosas no tan agradables. Me gusta sentir que estoy en la trinchera de los buenos y que desde aquí, siendo mucho o poco lo que podamos hacer, es por lo menos donde tratas de que las cosas mejoren en el país desde el deporte.
¿Qué tema que afecte al bienestar de los futbolistas te apasiona más?
Yo sueño con un fútbol y un deporte de primer nivel en el Perú, pero somos un país tercermundista. Entonces es muy difícil. Y ahí está un poquito la frustración de pretender tener un fútbol de primer mundo en un país de tercer mundo. Pero me mueve ese sueño de creer que algún día es posible lograr que las cosas estén bien. Y ahí me refiero a funcionamiento, formalidad, infraestructura, valores. Acá hay un tema de responsabilidad social que también me parece muy, muy potente y que está poco explotado. Cuando yo asumí el gremio hace ocho años lo puse sobre la mesa porque creo que los futbolistas tienen la capacidad de ejercer una influencia positiva. Otra cosa es si lo hacemos bien. Los futbolistas somos observados por una niñez y por una juventud que aspira a ser como tú o a hacer lo que tú haces. Hay que asumir esa responsabilidad. Cuando veo malos ejemplos me duelen porque van en contra de ese poder que tenemos.
¿Puedes compartir con nosotros uno de los logros que más te enorgullecen de su trabajo como representante sindical?
Cuando yo asumo el gremio nuestra situación era un poco más conflictiva, de enfrentamiento. Veníamos peleando derechos y exigiendo cosas. Entonces las relaciones estaban rotas con la mayoría de stakeholders, de clubes y con la federación. La primera instrucción que di fue empezar a reconstruir puentes, relaciones. Como todo en la vida el liderazgo demora mucho en generar credibilidad. Pero si hoy ponemos la primera piedra y si somos consecuentes con nuestros actos y con lo que decimos, las cosas van a terminar funcionando. Ocho años después tengo la sensación de que eso se logró y es algo que me hace sentir satisfecho. Hoy el gremio es una institución que tiene un escudo y una espada en la mano y que, si tiene que salir a la guerra, va a salir. Pero la relación con casi todos los stakeholders del mundo del fútbol es correcta, de respeto. El gremio tiene credibilidad. Te lo materializo en resultados. Yo asumí en 2016 y desde 2009 se venía peleando por la democratización de la asamblea de bases de la Federación Peruana de Fútbol (FPF), que la componían el fútbol profesional y el amateur. El amateur tenía mayoría. Esto provocó un conflicto que llegó a provocar que internacionales peruanos renunciaran a la selección. Gracias a haber tendido puentes, hoy tenemos voz y voto en la asamblea. Siete de 67 miembros son futbolistas. Este logro provocó que pudiéramos tener un representante elegido por nosotros en la junta directiva de la FPF. Quiere decir que hoy tenemos una persona dentro del directorio peleando por los intereses de los futbolistas. No significa que vas a ganar todo lo que pretendes, pero tienes el derecho de defender y argumentar desde el punto de vista del futbolista. Por ejemplo, para conseguir la licencia de participación de cada año hoy los clubes no pueden tener deudas con diferentes stakeholders. Uno de ellos son los futbolistas. Necesitan que nosotros como gremio le extendamos una “carta de no adeudo”. Es decir que, si no arregla con nosotros las deudas o cómo las van a pagar, el club no obtiene la licencia para competir al año siguiente.
Si pudieses cambiar algo en el fútbol, ¿qué sería?
Hablando del fútbol peruano, uno de los grandes problemas que tenemos es que el fútbol en particular, como sector, invita a participar a gente que no le interesa el fútbol y para muchos termina siendo un medio o una plataforma para cosas que no son el fútbol. Por ejemplo, políticos. Gente que usa el fútbol como una plataforma política, una plataforma mediática o, y es duro lo que voy a decir pero lo dijo la jefa de la fiscalía de investigación de lavado de activos, para lavado de dinero. Ella incluyó el fútbol entre los sectores donde es más fácil lavar junto a los casinos, los hoteles y los conciertos populares. Entonces el fútbol lamentablemente invita a meterse a gente que no necesariamente le gusta el fútbol. Y eso es un problema enorme porque cuando nos queremos sentar a ver cómo hacemos crecer la industria, ellos están mirando para otro lado. Y no son pocos esos personajes. Si yo pudiese asegurarme que las personas que van a entrar a ser parte de este mundo les interesase el fútbol, la posibilidad de hacerlo crecer en infraestructura, en desarrollo de jugadores, etc, sería muchísimo mayor.
¿Hay alguien en el mundo sindical o en el deporte en general que te inspire?
Por la relación que tuvimos y por la cercanía, hay gremios que nos generan inspiración al ver cómo han hecho las cosas o cómo han avanzado. Por ejemplo, el gremio español AFE es un referente. Tienen un porcentaje de los derechos de televisión y una serie de servicios que nosotros mirábamos y no tenemos. El gremio argentino es un ejemplo de los servicios que tiene para los futbolistas. El uruguayo fue un referente importante para nosotros a la hora de pelear la estructura interna, de cómo tener voz y voto en una asamblea. Nos gusta mirar qué cosas logran uno y otro, cómo las consiguen, qué características tienen sus propuestas. Todo los que nos pueda ayudar. Ahora Chile por caso está peleando lo mismo que nosotros, que su liga número dos no se convierta en una especie de sub-23. Quieren poner bolsa de minutos y cumplimientos de edad en una liga profesional y ellos están peleando para que eso no suceda. Y nosotros tenemos acá el mismo pleito. Entonces sí, siempre estamos mirando a nuestros compañeros con quien además hemos ido construyendo una relación cada vez más cercana.
¿Cuál es tu mejor recuerdo deportivo?
Recuerdos tengo muchos pero hay un gol, uno de los primeros goles que hice en el fútbol profesional, que hago en 1998 contra Sport Boys jugando para Alianza Lima. Ganamos 3-1 y fue una pelota que agarro medio de tijera. Fue un gol muy bonito y la cadena de televisión Fox Sports lo eligió para los mejores goles de la semana. Y para mí, que empezaba mi carrera deportiva, fue algo muy bonito. Cuando yo pienso en buenas sensaciones, en buenos recuerdos, ese gol vuelve siempre a mi cabeza. Cuando uno es joven estás en ese sueño de hacer el deporte que te gusta y es como materializar una lucha de tantos años en ese gol. Ya cuando estás en un estadio lleno, jugando para un club importante de Perú y poder hacer un gol de esta naturaleza, es un feeling que lo tengo muy grabado porque representa el amor que uno tiene por el deporte.
¿Qué te motiva a diario?
Sentir que avanzo. Yo soy creyente del largo plazo y en el fútbol los cambios demoran mucho en conseguirse. Cada año sientes que has avanzado tres y al año siguiente retrocediste dos. Y luego luchas para recuperar esos dos que habías retrocedido y ganar uno más. Y ganas esos tres pero el sector te hace retroceder dos porque hecha la ley, hecha la trampa. O aparecen nuevas cosas como por ejemplo el problema de las apuestas. Tú crees que estás construyendo pero te hacen retroceder. Lo que me motiva todos los días a levantarme y venir a la oficina es ver qué pasito damos, por dónde avanzamos y cómo jalamos esta especie de costura: qué hilo jalas, con quién conversas, qué relación construyes. Y tienes un montón porque no son sólo los que toman decisiones en los clubes. Tienes niveles políticos, niveles gubernamentales o niveles internos administrativos. ¡Con los propios jugadores! Se van unos, llegan otros, hay que construir relaciones nuevas. Eso es lo más duro para nosotros: tener cercanía con 1.000 jugadores de fútbol que están dispersos por el país y que ellos sientan que tienen un gremio que es como un hermano mayor, pero para que te vean así tienes que estar cerca. Y físicamente no puedes con todos. Eso nos genera un dolor de cabeza: cómo hacer para que nos vean cercanos.