La centrocampista filipina Tahnai Annis escribe abiertamente sobre sus experiencias con la depresión posterior a jugar un torneo y sobre cómo la industria del fútbol puede hacer más para proteger la salud mental de las futbolistas después de las competiciones internacionales.
Por Tahnai Annis
El hecho de que Filipinas haya jugado su primer Mundial en 2023 resulta aún más extraordinario si se tiene en cuenta que sólo hemos tenido selección nacional desde la década de 1980.
El boxeo, el baloncesto y el voleibol han sido tradicionalmente los deportes más populares del país, pero en los últimos cinco años aproximadamente, el fútbol ha subido como la espuma. Y el éxito de la selección nacional femenina ha tenido mucho que ver en esto.
Puede que la afición al fútbol en Filipinas se limite a determinadas zonas del país, pero la pasión que genera es inmensa. En Australia y Nueva Zelanda 2023 el mundo pudo ser testigo de ese inquebrantable apoyo filipino.
En todos los aeropuertos y hoteles a los que llegábamos había legiones de filipinos esperándonos para recibirnos con flores y los brazos abiertos. Ya fuera en los estadios de Dunedin, Auckland o Wellington, parecía que todos los filipinos que vivían en Nueva Zelanda estaban presentes en nuestros partidos. En nuestro último encuentro de la fase de grupos, contra Noruega, en el que ellas mantuvieron la posesión del balón la mayor parte del tiempo, el clamor del público cada vez que lo teníamos nosotras era ensordecedor. Queríamos que se sintieran orgullosos.
Tras el subidón que experimentamos al derrotar a la coanfitriona Nueva Zelanda y conseguir nuestra primera victoria en un Mundial, sufrimos una dura derrota contra las noruegas. Sin embargo fue difícil sentir tristeza en los momentos posteriores al pitazo final al ver que los aficionados filipinos se habían quedado, llorando lágrimas de felicidad porque estaban orgullosos de nosotras. Mientras dábamos nuestro último paseo por el campo seguían animándonos.
Cuando el polvo de la Copa Mundial empezó a asentarse, empecé a experimentar la depresión postorneo, ese bajón emocional que nos puede sobrevenir a las jugadoras después de una gran competición, cuando no hemos tenido la oportunidad de procesar plenamente nuestras experiencias. No era la primera vez que experimentaba esos sentimientos.
Lo sentí por primera vez después de la Copa Asiática de 2022, y de nuevo tras ganar el Campeonato de la AFF, aunque otras jugadoras de la selección y yo no pudimos ponerle nombre en aquel momento. Independientemente de las sensaciones que experimentábamos, lo más parecido que podíamos articular era una especie de "parálisis". Sabía que tenía que entrenar. Sabía que tenía que correr. Sabía que debía salir del apartamento. Pero, por la razón que fuera, no podía. Hoy tengo una parálisis intensa. Las primeras veces que ocurrió me consumía.
Después de trabajar tanto tiempo para conseguir el objetivo de participar en un torneo de fútbol como equipo, de vivir juntos los momentos álgidos de la competición, de tener esa rutina, y de que de repente todo llegara a su fin sin fútbol durante entre cuatro y seis semanas, me sentí perdida. Sola. Aislada. Era como si la disciplina y la motivación que me habían impulsado durante el torneo se hubieran disipado después.
Tenía la sensación de vivir una vida paralela a la de todos los que me rodeaban cuando regresaba de las obligaciones internacionales. Me resultaba difícil reintegrarme y relacionarme con mi entorno.
Comenzó entonces un intenso sentimiento de culpa. Nuestro tercer puesto en la Copa Asiática significaba que Filipinas se había clasificado para el primer Mundial de su historia. Entonces, ¿por qué me sentía tan desmotivada y deprimida después de haber formado parte de algo tan histórico? No le encontraba sentido.
Cuando FIFPRO publicó en 2022 la Guía de la depresión postorneo, el lenguaje me ayudó a comprender mejor lo que estaba sintiendo. Incluso el mero hecho de poner nombre a lo que estaba experimentando me ayudó mucho. Por lo tanto me sentí más preparada para lo que podría venir después de la Copa Mundial, incluso si se trataba de una depresión postorneo de diferente intensidad.
Estuve semanas sin jugar al fútbol después de los torneos de 2022, lo que supuso sus propios retos, pero después del Mundial de 2023 me reincorporé de inmediato al fútbol de clubes en Islandia sin apenas tiempo de recuperación. Volví a jugar un partido 72 horas después de regresar de Nueva Zelanda.
Nuestra preparación previa a la Copa Mundial fue probablemente la más extensa de todas las selecciones nacionales en cuanto a la cantidad de concentraciones que realizamos y el número de partidos internacionales que disputamos desde la Copa Asiática a principios de 2022 hasta julio de 2023. Volver al fútbol de clubes de inmediato dejó poco tiempo y espacio para descomprimirse después de estar fuera durante muchas semanas sin días libres en el mayor torneo del fútbol femenino.
Incluso si eres una jugadora que no tiene tantos minutos sobre el terreno de juego en un torneo, sigues trabajando durante ese tiempo con los entrenamientos, la recuperación, las reuniones, las comparecencias. No tuvimos días libres durante ese tiempo.
Las ligas nacionales y las federaciones podrían establecer periodos de descanso durante las competiciones internacionales, como la Copa Mundial o los Juegos Olímpicos, y conceder un periodo de gracia después, para que las jugadoras tengan menos presión a la hora de volver inmediatamente al fútbol de clubes y se les conceda un periodo de descanso y regeneración suficiente. Me perdí cinco partidos de la temporada islandesa mientras estaba en Nueva Zelanda y, aunque sabía que mi cuerpo y mi mente necesitaban descansar, sentí que no podía pedir tiempo libre para tener esa recuperación, puesto que ya me había perdido tantos partidos de club.
Volví del Mundial a principios de agosto y no volví a sentirme bien mental y emocionalmente hasta mediados de septiembre. Mi cuerpo no descansó hasta noviembre, ya que la temporada de clubes terminó en octubre y volví a la selección en unos días.
También es necesario que haya profesionales de la salud mental más accesibles para las jugadoras después del torneo. Durante la Copa Mundial tuvimos acceso a consejeros, pero ese recurso tan necesario no estaba ahí después del torneo. No todo el mundo va a utilizarlo -y eso está muy bien-, pero ese recurso debería estar ahí en el momento en que las jugadoras lo necesiten.
“Me gustaría que se difundiera más en los clubes y en las selecciones nacionales para generar esa concientización y facilitar conversaciones abiertas.”
— por Tahnai Annis
Ahora que ha concluido otra competición de alto nivel, el Torneo Olímpico de Fútbol, debemos preguntarnos: ¿cómo podemos ayudar a otras futbolistas que se sientan deprimidas tras el torneo? Compartir con los demás ayuda mucho, ya sea conversando sobre cómo te sientes con tus compañeras de equipo o con alguien ajeno al fútbol.
A mí personalmente me ayudó mucho la Guía para después del torneo. Es un recurso que me gustaría que se difundiera más en los clubes y las selecciones nacionales para generar esa concientización y facilitar conversaciones abiertas al respecto.
La primera vez que lo experimenté después de la Copa Asiática, ni siquiera sabía cómo hablar del tema. Pero desde entonces he aprendido que necesitamos tiempo y espacio para procesar las cosas que ocurren en torneos tan importantes, y saber que es natural sentirse agotada emocional, mental y físicamente. Cuando eres consciente de ello y utilizas un lenguaje adecuado, resulta más fácil superarlo.
Como futbolista profesional, no tienes por qué sentirte tonta o avergonzada por sentirte triste o decaída. No por eso eres menos deportista de élite. No significa que no estés preparada para competir al más alto nivel. Sí, es vulnerable y da miedo admitir que te sientes así, pero hace falta mucha fuerza para ser abierta y compartirlo con los demás.
Así que, si acabas de volver de los Juegos Olímpicos, tanto si ha sido una experiencia positiva como negativa, tómate tiempo para descomprimirte. Tómate tu tiempo para procesar lo ocurrido. Tómate tu tiempo para pensar en la depresión postorneo y en la mejor manera de superar estas emociones. Aunque sólo sean unos minutos al día.