Francisco Rodríguez procede de una familia de futbolistas. Su hermano mayor, Roberto, jugó al más alto nivel en Suiza, y su otro hermano, Ricardo, ha sido 120 veces internacional con la selección suiza. Francisco, el menor de los tres, disputó más de 100 partidos en la Superliga suiza, pero las lesiones y los problemas mentales también formaron parte de su carrera. Esta es su historia.
Por Francisco Rodríguez
Viví mi periodo más difícil en 2019 y 2020 cuando jugaba en el Lugano. Después de muchas lesiones caí en un pozo. Tuve una depresión moderada pero al principio no lo sabía. Tras hablar con mi familia y un psicólogo me interné en una clínica. Estuve sin jugar al fútbol unos nueve meses.
Necesitaba un descanso para competir. Mirando atrás fue una buena decisión. Cuando me sentí preparado volví a la vida normal, paso a paso. Desde entonces he seguido teniendo lesiones, pero he sabido lidiar con ellas. He conseguido reponerme y he demostrado de lo que soy capaz.
Tengo que decir que el Lugano me apoyó mucho. Mantuvieron mi situación en privado. Por aquel entonces eso era importante para mí. No podía expresarme como ahora y no me sentía bien. Si hubiera sido público, habría sido un problema para mí. Pero ahora hablar de eso es una especie de terapia para mí.
Estoy prestando mucha más atención a mi propia salud mental. Eso significa estructurar mi propia vida. Cuando llega otra fase difícil tomo las decisiones adecuadas. Hace poco volví a tener algunas lesiones y no es nada agradable no estar en el campo. Es algo que los aficionados, incluso la familia, a veces no pueden entender. Pero ahora sé que hay cosas más importantes que el fútbol.
Mi madre murió de cáncer cuando yo tenía poco más de veinte años. Fue muy difícil. En la vida no todo es el juego. La familia y los amigos son importantes. Lo que también me ha ayudado es llevar un diario y escribir mis pensamientos. Lo más importante que he aprendido es que no todo tiene que quedarse en tu cabeza. También puedes ponerlo en otro sitio.
Mis lesiones anteriores a esa época difícil no fueron lo único que me causó problemas, sino más bien la gota que colmó el vaso. También me costó asimilar mi carrera y el éxito que tuve tan pronto. El hecho de que mi hermano mayor, Ricardo, tenga tanto éxito [ganó la Copa Mundial Sub-17 con Suiza, jugó en el VfL Wolfsburgo y en el AC Milan] sin duda también influyó. Cuando era joven no podía entenderlo pero, por supuesto, inconscientemente había una gran presión sobre mí.
A día de hoy la gente sigue diciendo que yo tenía más posibilidades de hacer una gran carrera en el fútbol que mi hermano. Esas expectativas siempre estuvieron ahí. Pero mirando atrás, lo único que puedo decir es que di lo mejor de mí en cada club. Hoy estoy aquí y soy feliz. Me alegro de que mi carrera tomara el camino que tomó.
Cuando empecé a darme cuenta de lo que me pasaba, también me di cuenta de que podía ayudar a los demás. Por naturaleza, me gusta ayudar a los demás. Eso no siempre es bueno, pero me vi en el papel de hablar del tema porque sabía que no siempre se tiene en cuenta la salud mental entre los deportistas de alto rendimiento. Todo el mundo espera algo de nosotros. Piensan que, como ganamos tanto, tenemos que rendir siempre. Ese proceso de pensamiento tiene que cambiar.
Un periodista suizo había oído que yo había estado en una clínica y me preguntó si estaba dispuesto a hablar. Acepté porque sentía que podía ayudar a otros atletas, a otras personas. Pensé que si de alguna manera podía conseguir que la gente hablara de sus problemas a los demás, entonces para mí mi trabajo estaba hecho.
La reacción ha sido fantástica. Mucha gente me ha dicho que hablar de mis luchas les ha ayudado a hablar de las suyas. La depresión no es algo de lo que uno sea siempre consciente. A menudo llega sin avisar. En mi caso, lo tenía todo: era futbolista profesional, ganaba mucho dinero y jugaba en la primera división suiza. Pero aun así ocurrió.
Hace unos tres años, me uní a un ex compañero de equipo, Cédric Brunner, que actualmente es agente libre tras dejar el Schalke la temporada pasada. Él también estudia psicología y juntos formamos el 99%, un movimiento para hablar de la salud mental en el deporte. Aún no sabemos si se convertirá en un club o en una fundación. Queremos hablar abiertamente y eliminar el estigma que rodea a la salud mental.
Organizamos actos y mesas redondas, en las que invitamos a personas que han vivido esas situaciones para romper el tabú. Hicimos una exposición con fotos de distintas personalidades, como deportistas, músicos y un chef de televisión, que hablaron de la salud mental y de lo que significa para ellos. También sacamos una revista. Tengo un podcast, Cic-Off Talk, en el que hablo con Cédric sobre estos temas. Habló de la presión en el Schalke, que era enorme.
Es importante que hablemos de estas cosas, sobre todo entre hombres, ya que éstos no suelen ser abiertos al respecto. A veces sienten que su papel es proveer, y que sus emociones y sentimientos no son importantes. Queremos cambiar eso. Queremos enseñar que se puede ser el proveedor, pero también hablar de lo que pasa por la cabeza y el corazón.