Privat Mbarga, jugador del Bali United, tuvo dos encuentros con aficionados al fútbol que abusaron de él en las redes sociales. El extremo camerunés, víctima de insultos racistas en Internet, afirma que la educación es primordial para convencer a la gente de que no puede abusar de los demás.
Por Privat Mbarga
Me gusta jugar en Indonesia. Juego en el Bali United desde enero de 2022. Me gusta el desafío. Todos los equipos trabajan duro, luchando por ganar tres puntos.
En marzo de 2024 jugamos contra Persija y yo era consciente de que a mi rival le gustan los choques duros. Entré en el área y sabía que, si tocaba el balón antes que él, me pisaría los pies, me caería y me cobrarían penal. Y eso fue exactamente lo que ocurrió.
Después de eso recibí muchos comentarios racistas en mis páginas de Instagram y TikTok. Algunos me llamaban negro, perro o mono. Recibí cientos de mensajes racistas. Normalmente borro estos mensajes pero esta vez guardé un par. Una persona publicó emojis de monos y otra dijo que iba a matarme.
No pueden llamarme mono ni amenazarme de muerte.
Por desgracia en Indonesia hay demasiados aficionados que gritan comentarios racistas en el estadio o los publican en las redes sociales. Creo que se debe a la falta de educación. Quizás no sepan tanto de la vida o no hayan estado en muchos otros países. Quizás piensen que pueden decir palabras así y salirse con la suya.
Mi compañero y amigo Ramdani Lestaluhu, miembro de la junta directiva de la Asociación de Futbolistas Profesionales de Indonesia (APPI), me dijo que el sindicato podía ayudarme. Dijo que teníamos que luchar contra el racismo en Indonesia porque no se trataba sólo de mí: demasiados futbolistas africanos reciben insultos racistas. Nos pusimos en contacto con la APPI porque queríamos cambiar la situación.
Me gusta el planteamiento del sindicato de mantener conversaciones con estas personas, darles la oportunidad de disculparse. Puedo hablar con estas personas y explicarles que no vuelvan a hacer comentarios racistas. Quiero que aprendan, que comprendan que no está bien decir esas palabras.
El primer encuentro fue en Yakarta cuando jugábamos allí un partido como visitantes. La persona estaba muy asustada. Cuando le di la mano, estaba temblando. Yo estaba allí con una delegación del sindicato, incluido Ramdani. Le aseguramos al hincha que no íbamos a llamar a la policía pero que queríamos que se disculpara y no volviera a decir esas cosas.
La educación es algo bueno. En las reuniones han dicho: "Privat, perdona por haber dicho esto". Para mí eso no era suficiente: también tenían que prometerme que no volverían a decirlo, para evitar que otras personas u otros niños también lo dijeran.
No es bueno para el fútbol y tampoco podemos aceptarlo en la vida. No se puede juzgar a la gente por el color de su piel. Todos somos iguales.
Les hice un par de preguntas: ¿Morirás algún día? Me contestaron que sí. Les dije que yo también moriré.
Si te cortas la mano, ¿la sangre es roja o azul? Roja, respondieron. La mía también dije.
Somos iguales. Sólo el color de nuestra piel es un poco diferente. Así que no me llames negro o mono. Y no pueden decir que me van a matar. Entendieron el mensaje. Creo que no volverán a hacerlo. Pero si lo hacen ya no podrán disculparse.
Por desgracia justo antes de la segunda reunión, otra persona publicó una foto de un mono en mi página de Instagram. Pedí al sindicato que denunciara a esa persona a la policía porque no puedo seguir manteniendo conversaciones con ellos. También tengo que concentrarme en mi carrera como jugador.
Cuando la gente me llama mono me quita la alegría de ser futbolista profesional. Un mono es un animal. La gente me dice que no soy una persona, sino un animal. Eso por supuesto me hace sentir mal.
En España tres hinchas han sido condenados recientemente a penas de cárcel por insultar racialmente a Vinicius Jr. del Real Madrid. Es una buena decisión porque lo que hicieron no está bien. Pero yo no soy partidario de meter a la gente en la cárcel. Creo en Dios y no quiero que la gente tenga una mala vida.
Tengo que ayudarlos y educarlos. Quizás también tengan familia, quizás no tengan un buen trabajo y necesiten encontrar la manera de cuidar de su familia. Si alguien va a la cárcel, ¿podrá su familia sobrevivir sin él? La mujer de la primera persona con la que hablé estaba embarazada. Si tuviera que ir a la cárcel, ¿cómo podrían soportarlo? Estuvo bien que se disculpara y dijera que no volvería a hacerlo. Eso demuestra el poder de la educación.
A veces hay faltas de respeto y quiero que eso cambie, pero de ahora en adelante no volveré a tener más conversaciones de este tipo. Si estas personas no quieren cambiar tendremos que hacer otras cosas para conseguirlo, como acudir a la policía.