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Qatar Stadium

Por Jonas Baer-Hoffmann y Ambet Yuson

El sorteo para la Copa Mundial 2022 de la FIFA en Qatar tendrá lugar esta semana, y ha llegado el momento de evaluar la situación. El largo camino hacia la celebración del torneo se ha visto señalado por escándalos referentes a los derechos humanos y deficientes condiciones laborales, aunque también de algunos signos alentadores de progreso.

Desde que la Internacional de Trabajadores de la Construcción y la Madera (ICM) comenzó a hacer campaña, hace una década, en pro del trabajo decente para los trabajadores migrantes que trabajan en la infraestructura para la Copa Mundial, las condiciones laborales se han tornado más seguras y sus alojamientos han mejorado. Las autoridades han derogado el conocido sistema de kafala para más de 2 millones de trabajadores expatriados, han introducido un salario mínimo y mecanismos jurídicos para proteger los derechos laborales. Un programa para elegir y formar a los representantes de los trabajadores en las sedes de la Copa Mundial está ayudando a empoderar y a capacitar a los trabajadores migrantes, al igual que un acuerdo sobre estándares laborales alcanzado entre la ICM y algunas compañías multinacionales que operan en Qatar.

No obstante, los trabajadores siguen siendo sometidos a prácticas abusivas. Empleadores sin escrúpulos se oponen a las reformas y no las tienen en cuenta. Los trabajadores en las posiciones más vulnerables, procedentes de países como India, Bangladesh, Nepal, Filipinas, Pakistán y algunos países africanos, todavía temen represalias si denuncian explotación, impago de salarios y largas jornadas de trabajo. Quienes han huido de la pobreza en su país natal temen perder su trabajo y sus salarios; continúan afrontando la amenaza de la explotación y condiciones de trabajo poco seguras.

En términos futbolísticos, ni siquiera estamos a mitad de partido. Y cada logro obtenido en favor de los trabajadores continúa siendo frágil. Entre los trabajadores migrantes de Qatar, existe el temor generalizado de que cuando se apaguen los focos tras la Copa Mundial, las mejoras conseguidas se desvanezcan.

Para que los avances logrados hasta ahora se apuntalen y se prologuen, Qatar debe seguir capacitando y empoderando a aquellos trabajadores que viven en condiciones de temor, aislados y sin posibilidad de expresarse. Para hacerlo, proponemos que Qatar establezca lo que hemos llamado un Centro de Trabajadores Migrantes. Será un refugio al que los expatriados puedan acudir en caso de necesitar ayuda. Proporcionará un espacio seguro en el que puedan congregarse, así como la oportunidad de desarrollar capacidades, informarse y obtener consejo acerca de sus derechos laborales.

El Centro de Trabajadores Migrantes ayudará a los trabajadores y a sus representantes a defenderse y les permitirá cooperar eficazmente con las autoridades de Qatar en cuestiones puntuales. Pero no se trata solo de abrir una nueva oficina y realizar una sesión de fotos para marcar otra casilla en la lista de actos de relaciones públicas. Las autoridades deben secundar cada uno de estos pasos del camino, para dar a los trabajadores expatriados la confianza necesaria cuando requieran interponer un caso jurídico sin temor a represalias.

Instalaciones similares existen en otras partes del mundo, desde Europa a Oriente Medio, y contribuyen a garantizar que tales migrantes no queden privados de sus derechos.

En las últimas semanas, hemos sondeado a otras partes interesadas en la Copa del Mundo y muchas de ellas han respaldado públicamente nuestra propuesta: entre ellas, organizaciones de derechos humanos, Federaciones de fútbol de los Países Bajos, Dinamarca y Suecia y, en nombre de los jugadores, a FIFPRO. Cada uno de estos grupos desea asociarse a un evento que deje una aportación positiva y perdurable.                             

Solicitamos que, junto con las autoridades de Qatar, la FIFA también se una a nosotros para cimentar este legado.

No debemos olvidar que tenemos una deuda hacia los trabajadores migrantes: fueron ellos quienes trabajaron duro bajo el calor abrasador, para construir las infraestructuras y los estadios. Han soportado condiciones de alojamientos saturados e inhumanos. En ocasiones, arriesgaron su propia vida para enviar dinero a sus familias, en su país natal, y algunos de ellos la perdieron. Son ellos quienes han conseguido que este torneo tenga lugar, y la mayoría de ellos seguirán en Qatar cuando todos los futbolistas, patrocinadores y medios de comunicación regresen a sus lugares de origen. Debemos asegurarnos de que no pasen al olvido.

Jonas Baer-Hoffman es Secretario General de FIFPRO, que representa a más de 60.000 futbolistas profesionales de 65 sindicatos nacionales de jugadores; Ambet Yuson es Secretario General de la Internacional de Trabajadores de la Construcción y la Madera, que aúna a 351 sindicatos en representación de 12 millones de miembros que trabajan en los sectores de la construcción, materiales de construcción, madera, silvicultura y sectores vinculados.