Cuando decidí salir del armario públicamente en la televisión nacional de mi país natal, supe que eso emitiría una onda sísmica en nuestro pequeño y sorprendente país. La razón por la que decidí hacerlo fue porque llegué a un punto en mi vida donde sencillamente ya estaba saturada; ya había ocultado demasiado una parte de mí y no me sentía yo misma.
Hacerlo fue para mí un modo de asumir el control de mi vida, y vivir el resto de ella del modo que deseé. Fue una decisión verdaderamente importante, pues obviamente tengo familia y eso iba a hacerse público en toda Gales, donde todavía viven mis familiares. Les preocupaba mucho que hubiera una reacción negativa y lo que ello podría significar a la hora de representar a mi país. Representar a mi país es el mayor honor que puedo alcanzar, pero para entonces lo tenía superado.
La razón principal por la que decidí hacerlo fue porque no quería que nadie más tuviera que pasar por lo que yo pasé. Deseaba ser visible para que niños que no saben qué les pasa o que se sienten inseguros tengan a alguien que puedan reconocer y con quien identificarse. No quería que llegasen a los 23 años y sintieran que no habían vivido un solo día de su vida.
Simplemente deseaba disfrutar de la vida. ¿Y quién no quiere hacerlo? Es lo que todos deseamos en última instancia: ser felices y ser la mejor versión de nosotros mismos, no importa lo que hagas. De lo contrario, ¿qué sentido tendría? En aquel momento, no pensaba que eso me estuviera pasando a mí; no creía que pudiera hacerlo, pero estaba cansada del modo en que estaba viviendo.
Hace ya más de diez años desde que salí del armario públicamente. Me preguntan si me siento aceptada, y en cierto modo sí. Pero, ¿puedo decir que es igual para todos, y que otras personas se sienten como yo? No lo creo. Tengo la suerte de haberlo manifestado hace ya mucho tiempo: sé quién soy, me encanta quién soy, y eso me facilita mucho ser yo misma cuando escribo estas palabras. Estar cómoda con una misma es el mayor reto posible, y requiere un proceso verdaderamente largo.
La FAW (Federación de fútbol de Gales) necesitó mucho tiempo para llegar a ser un organismo más diverso. Nuestra selección nacional es un equipo muy abierto y se enorgullece de sus jugadoras. Durante mucho tiempo, personalmente nunca me pareció que fuésemos verdaderamente representadas o apoyadas por quiénes éramos. Desde el nivel más elevado al más bajo de la organización, nunca me sentí verdaderamente apoyada como ser humano.
Es realmente duro tener tanto amor por algo y tener que sentirse así. Por ello, a lo largo de los años, nuestras plataformas sociales se convirtieron en la vía para extender nuestro mensaje acerca de quiénes somos verdaderamente.
En los últimos tres años aproximadamente, nuestro sindicato ha dado un giro impresionante, y creo que porque se está prestando atención a nuestras plataformas y perfiles individuales. Escuchan y comprenden que no estamos ahí solo para representar a Gales sobre el campo de juego, sino para representar a nuestro país en todo modo posible.
Y eso, ¿qué significa? Significa que sí: deseamos hablar acerca de cuestiones complejas, y no vamos a ocultar quiénes somos como personas. Representamos a nuestro país cuando jugamos al fútbol, y vamos a representar al conjunto de la nación siendo quienes somos.
Este año ha sido el primero en que hemos lucido números con los colores del orgullo en nuestras camisetas, brazaletes y banderas. Es el tipo de cambio progresista de una organización en la que nunca pensé que eso podría ocurrir. Este tipo de cambio puede encabezarse por el conjunto de los futbolistas, pero toda organización debe reconocer que los mayores cambios deben ocurrir al nivel superior. Las personas que ocupan los niveles superiores deben descender, pasar tiempo en el vestuario y dedicarlo a todos los futbolistas. Hablar con ellos, comprender exactamente cómo se sienten y por qué, y a partir de ahí tomar las decisiones adecuadas: es el único modo en que puede implementarse el cambio correcto.
Un comité ejecutivo donde no exista comprensión acerca de todo aquello por lo que pasan otras personas, siempre limitará el crecimiento y el avance.
En un sentido amplio, lo que ha ocurrido con nosotras y nuestra Federación es una historia de éxito, pero no debe detenerse ahí.
Ha habido avances, pero debemos mejorar. Podemos decir que hacemos todo lo que está en nuestra mano, pero que eso no basta. Verdaderamente, necesitamos sentarnos y reconsiderar lo que podemos hacer para que nuestro deporte sea más integrador, porque aunque hayamos avanzado, no es suficiente.
Ahora tengo 35 años. Cuando comienzo a pensar acerca de cuál será mi legado cuando finalice mi carrera deportiva, deseo que no sea tanto lo que conseguí como futbolista, sino más acerca de lo que haya hecho para ayudar a marcar una diferencia fuera del campo de juego. Deseo que las personas aprecien el trabajo que hicimos para facilitar tanto las cosas a los demás.
En realidad no me preocupan cuestiones relativas a mi persona en el campo, podría decirse que he superado eso. Tan solo deseo hacer de este un lugar mejor y más seguro para las próximas generaciones, y para las que vengan después.
Eso es lo que deseo conseguir.
