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Ingrid Stenevik: "Ninguna futbolista tendría que sacrificar su carrera para ser madre"

Historias de futbolistas

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Ingrid Østervold Stenevik

La defensa noruega (28 años) juega para el SK Brann Kvinner. En 2013 dio a luz a su hijo Lucas y volvió a jugar tan solo un mes después en el nivel más alto del fútbol femenino de Noruega.

Cuando escuché por primera vez la lucha de Sara Björk para que el Olympique Lyonnais respetara las normas sobre maternidad de la FIFA, me pareció increíble que fuera cierto. Aunque ser futbolista es una ocupación muy particular, ¿de verdad un club de alto nivel podía negar a una mujer el derecho que le correspondería en cualquier otro trabajo? 

Me sacó de quicio. Ese no es un pequeño club con jugadoras a tiempo parcial, es una organización que ha liderado en el fútbol femenino durante mucho tiempo. Quedé tan decepcionada con su reacción y, honestamente, también algo aterrada porque esto pudiera haber ocurrido.  

Cuando te sientes como si has vivido en una sociedad que está aprendiendo y desarrollándose, y las cosas parecen ir despacio pero mejorando, algo como esto es un golpe en la cara. Tienes que dar un paso atrás y comprender que todavía nos queda mucho por hacer.  

Caso de maternidad de Sara Björk Gunnarsdóttir: las y los futbolistas necesitan protección, aún quienes juegan en clubes de alto nivel

Pienso en mis propias experiencias con mi embarazo hace diez años. Pienso también: ¿hasta dónde hemos avanzado verdaderamente si este es el tipo de problemas que las futbolistas todavía deben afrontar actualmente?

Yo era tan joven cuando tuve a Lucas en 2013, con solo 19 años, y no había escuchado que nadie más en la liga hubiera tenido un bebé. No había directrices que seguir así que seguí adelante. No había sesiones de entrenamiento especiales para mí, ni un seguimiento por parte del club o del fisioterapeuta –ni durante el embarazo ni después de que naciera el bebé– y, en general, todo dependía de mí.
 

Tres semanas después de tener a Lucas, recuerdo hablar con una de mis compañeras de equipo. Me preguntaba cuándo estaría entrenando de nuevo y yo respondí algo así como: "Estaba pensando que... ¿quizás hoy?". Y lo hice. Fui al entrenamiento con mi bebé y empecé a realizar los mismos ejercicios que las demás. No había adaptaciones ni facilidades especiales. La única diferencia es que tenía que dedicar más tiempo para volver a estar en forma rápidamente.  

Estaba muy cansada. Mi cuerpo no estaba preparado para ese tipo de presión. Me esforcé, fui avanzando y siempre me sentiré orgullosa de mí misma por ello. Sin embargo, honestamente no creo que lo consiguiera ahora. Creo que hubiera renunciado y esa es la triste realidad para muchas futbolistas que tienen que escoger entre sus carreras y la maternidad. 

En mi caso, tuve suerte de no tener complicaciones. Era tan joven que volver rápidamente me resultaba más fácil de lo que sería para la mayoría de madres primerizas. Pero ahora al mirar atrás pienso: “Dios mío, ¿cómo pudo funcionar?” Lucas prácticamente creció en un vestuario de fútbol. Siempre he dicho que iba a terminar odiando o amando el fútbol porque estaba constantemente inmerso en él. Por suerte ha decidido amarlo.

Si hoy tuviera que quedarme embarazada, sería más exigente a la hora de solicitar un sistema de entrenamiento adaptado a mi situación, especialmente ahora que hay normas que estipulan claramente mis derechos. Y esa es precisamente la cuestión aunque, debido al reglamento de maternidad, no tendría que haber ninguna ambigüedad en el caso de Sara. Que el club tratara a Sara como lo hizo fue sumamente irrespetuoso. Deberíamos estar por encima de esto.  

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Espero que su éxito en un caso de tanta envergadura signifique que en el futuro sea más difícil dar un trato injusto a las embarazadas, y que las futbolistas sean más conscientes de todo aquello a lo que tienen derecho. 

Espero también que sigamos luchando por alcanzar mejoras para las madres en el fútbol. Ahora mismo, hay un impulso por elevar la edad promedio de retiro para las futbolistas, lo que presenta otro obstáculo a la hora de formar una familia. No podemos esperar a cumplir 40 años para comenzar a pensar en tener hijos y ese es otro paso que obliga a decidir entre llegar a la cumbre de nuestra carrera y ser madres.  

Los salarios son mejores ahora respecto a los de hace diez años, pero todavía hay muchas jugadoras a tiempo completo que deben recurrir a un segundo empleo para poder subsistir. Se obliga a las mujeres a decidir entre una educación, estabilidad económica o sus carreras como futbolistas. ¿Lanzarse a formar una familia de ese modo, especialmente sin estándares por maternidad razonables? Se vuelve imposible.  

Si los clubes quieren una longevidad mayor de sus futbolistas tienen que darnos más estabilidad en nuestras carreras. Que nos ofrezcan contratos más extensos, que nos faciliten tener hijos y que nos ofrezcan los derechos que nos corresponderían en cualquier otro trabajo. Entonces muchas de nosotras tendremos la libertad de permanecer en el deporte y alcanzar nuestro potencial pleno.  

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En todos mis años como futbolista nunca he tenido una compañera de equipo que quedara embarazada, lo que parece una barbaridad. Pero una de mis amigas, también futbolista, se quedó embarazada poco tiempo antes de que finalizara su contrato. El club no se lo renovó. Cuando dio a luz y estuvo preparada para volver a jugar le ofrecieron un nuevo contrato.  

Eso no me parece nada bien: simplemente se desentendieron de cualquier responsabilidad que tenían hacia ella como persona y como empleada, dejaron que se las arreglara ella sola y después la volvieron a admitir cuando volvió a ser ‘útil’ para ellos.  

Por suerte he escuchado muchas conversaciones en favor de propiciar una ley que ofrezca apoyo a las mujeres en estos casos, con ampliaciones obligatorias de contrato para las futbolistas embarazadas. Eso marcaría una gran diferencia para ella y espero que las demás puedan beneficiarse de esta protección en un futuro muy próximo.  

Hemos avanzado mucho. Muchas futbolistas embarazadas se encuentran integradas de forma segura en los entrenamientos y en la vida del club cuando ya están en su tercer trimestre de embarazo, tienen seguridad económica, y tienen un plan posterior al nacimiento para favorecer su reingreso en el juego, a su propio ritmo. Es realmente alentador. Pero tenemos que seguir presionando para garantizar que esa sea la norma, no la excepción.  

Toda mujer tiene derecho a ser madre. Nadie debería sacrificar su carrera o su desarrollo profesional para hacer realidad ese derecho.

Reglamento de maternidad para futbolistas profesionales