Sobre
Nyasha Mushekwi
Tras abandonar Zimbabue, el hoy delantero del Zhejiang Greentown (China) jugó en Sudáfrica, Suecia y Bélgica. Fue internacional por su país aunque no sólo en fútbol: también en baloncesto, su primer deporte. A sus 34 años decidió tener un gesto de agradecimiento con el club que le firmó su primer contrato como futbolista: le regaló un autobús, un presente vital en una región donde viajar no presenta las mismas comodidades que en otros lugares.
El baloncesto siempre fue mi primer deporte. Cuando tenía 18 o 19 años, esperaba que los ojeadores de universidades estadounidenses vinieran a verme jugar.
Me preocupaba que si me relajaba durante la pretemporada no estaría lo suficientemente en forma cuando vinieran a verme. Como quería estar en las mejores condiciones físicas, acudí a un club de fútbol para preguntar si podía entrenar con ellos. El primer club dijo que no, pero entonces un amigo me recomendó que fuera al CAPS United. Es un gran equipo de Zimbabue, es como ir al Manchester United y pedirle entrenar con ellos. Ellos sí me aceptaron.
Después de entrenar durante un tiempo me ofrecieron un contrato. El entrenador asumió un gran riesgo al hacerlo: yo era jugador de baloncesto, pero él se arriesgó. Y no solo conmigo, también contrató a un DJ.
Los aficionados se preguntaban qué estaba pasando con ese técnico. Primero había contratado a este chico que se dedicaba a pinchar discos y ahora estaba a punto de fichar a un jugador de baloncesto.
Hubo mucha controversia y eso dio mucho que hablar entre la gente. Pero al final todo aquello mereció la pena, porque hoy estamos aquí. El entrenador y el club apostaron por mí y siento que todavía estoy en deuda, porque mi vida nunca hubiera sido igual.
Quería mostrar mi agradecimiento y pensé en cómo podría hacerlo. Enviar equipajes y material del estilo era una cosa, pero quería obsequiarles con algo más duradero, algo de lo que pudieran disfrutar durante mucho tiempo.
Así que pensé en los problemas a los que se enfrentan los futbolistas en muchos lugares de África. Y uno de los más grandes es el transporte. En Zimbabue la mayoría de los viajes entre partidos se hace en autobús. Pero no en el autobús oficial del equipo, sino en uno cualquiera.
Eso trae muchos problemas. A menudo se estropea durante el viaje o llega tarde porque se avería mientras va a recoger a los jugadores.
El viaje más largo que hicimos con el CAPS fue de 12 horas cuando jugamos contra el Hwange. La distancia no es mucha pero no hay una carretera directa. Primero tienes que ir hacia el sur, hasta Bulawayo, y luego hacia el norte para llegar a Hwange.
En mi último partido allí salimos tarde porque hubo algunos problemas con pagos que no se habían realizado, así que llegamos a las 5 de la mañana el día del partido. El comienzo estaba previsto a las 3 de la tarde, pero logramos empatar.
Incluso con la selección nacional a veces viajábamos en autobús. Recuerdo que una vez teníamos un partido en Malawi y varios jugadores volaron desde Europa hasta Harare, donde luego se esperaba que viajaran 14 horas en autobús hasta Malawi.
Todos estos viajes son aún peores porque se hacen en autobuses normales. Hay poco espacio y los jugadores permanecen sentados y apretados durante muchas horas.
Cuando me fui de Zimbabue, me fijé en los autobuses de equipo que se utilizaban en Europa e incluso en Sudáfrica y, como quería agradecer al CAPS que me hubiera dado una oportunidad en 2019, decidí comprarle un autobús de verdad, como los que hay en Europa.
Los jugadores necesitan espacio en el autobús, tienen que estar cómodos. No quieres ir apretado cuando viajas en un autobús normal. Los asientos tienen que reclinarse y debería haber pantallas de TV en los respaldos de los asientos para las largas distancias. Compré el autobús en China y lo envié a Zimbabue.
Pero que llegara allí fue un auténtico desafío. Solo quería donar el autobús, pero de repente muchas personas se implicaron en el asunto.
Algunos no querían el autobús en Zimbabue. No sé si era por envidia o algo así. Supongo que es un tema de política africana en el fútbol. Estaban tratando de sabotear todo el proceso, obligándome a pagar más impuestos, más tasas... Al final, terminé pagando dinero que hubiera llegado para comprar otro autobús.
Pero estoy satisfecho de haberlo hecho. Algunas personas me han enviado fotos del autobús usado no solo por el CAPS, sino también por el equipo de críquet, la selección nacional femenina y otros equipos. Estoy encantado de que no solo esté sirviendo para un objetivo, que era el CAPS United, sino para el bien común.
Todos los problemas que hubo para introducirlo en Zimbabue fueron muy complicados, pero al final el objetivo era ayudar y lo está haciendo con muchas personas. Y eso es fantástico.
Cada dos semanas, nuestra serie #CommunityChampion destaca las actividades de un jugador o jugadora profesional que ayudan a mejorar la vida de otras personas de su comunidad.
