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Giorgio Chiellini: "Debemos dejar de pretender que el racismo no existe en nuestra sociedad"

Historias de futbolistas

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Está claro que existe en el fútbol, el deporte más popular de mi país, y la situación ha empeorado con los años. Sin embargo, también ha aumentado nuestra conciencia sobre el problema, la conciencia de que esto es inaceptable y de que hay que combatirlo cada día.

Este artículo forma parte de una serie que pone de relieve el impacto personal del racismo y la discriminación en el juego desde la perspectiva de los jugadores. Para obtener más información o descargar el informe completo, haga clic aquí.

Hace unos tres años, tuvo lugar un incidente que realmente me hizo pensar. Estábamos jugando en Cagliari, cuando mi compañero de equipo Blaise Matuidi, un muchacho encantador y tranquilo, de repente comenzó a mostrar una angustia increíble y no pudimos calmarle de ninguna forma. Resultó que había escuchado insultos racistas desde las gradas y estaba completamente conmocionado.

En ese momento, encontré esto difícil de gestionar porque estábamos en medio de un partido. Quedaban pocos minutos y era un momento decisivo en el juego. Mi primer pensamiento, y honestamente, en retrospectiva, probablemente el equivocado, fue “Blaise, cálmate. ¡Vamos a jugar y ya lo pensaremos después!”. Si pudiera volver atrás, intentaría ayudarle de inmediato, en lugar de hacerlo al final del partido.

Probablemente hubiera sido mejor detener el partido, hablar con el árbitro y el otro equipo para dejar claro lo inaceptable que era ese hecho y que no podíamos seguir así. Esto habría tenido mayor visibilidad. Pero el insulto racista pasó casi desapercibido, como si hubiera sido un insulto normal, cuando en realidad es todo lo contrario.

Este no es un problema nuevo. Quizás no hablábamos tanto de eso en el pasado porque había menos comprensión, pero estas formas de discriminación ya no se pueden tolerar en el mundo de hoy. Ya se trate de discriminación relacionada con el color de la piel, la raza, la orientación sexual o cualquier otra cosa, es una cuestión de respeto hacia las personas. Es realmente increíble que la gente tenga que avergonzarse de ser quienes son.

A principios de esta temporada, durante un partido entre el Napoli y la Fiorentina, se produjo quizás el caso de racismo más conocido en un estadio en Italia, aunque ha habido muchos en los últimos años. Cuando sucedió, le envié un mensaje a Kalidou Koulibaly, con quien tengo una buena relación.

Ahora estamos adoptando una postura más fuerte porque necesitamos hacer que nuestras voces se escuchen. A los jugadores se nos considera “objetos” que deberían seguir jugando al fútbol, porque para eso nos pagan. Pero tenemos que hablar sobre estas dinámicas, hacer que nuestras voces se escuchen y posicionarnos.

Sabemos que debemos hacer algo, pero lo que no es fácil, sin embargo, es saber cómo podemos hacer más. No podemos esperar más, no debemos esperar a que le pase algo a otro jugador para reaccionar. No deberíamos tener que sentirnos ofendidos para hacer algo.

Todos somos responsables como sociedad de lo que sucede y de lo que sigue sucediendo: todos deben asumir su responsabilidad y demostrar que un comportamiento como este es realmente inaceptable.

Sigo pensando que, en última instancia, las instituciones, que son las que hacen los reglamentos y las leyes, son las que más trabajo tienen que hacer. Sin embargo, en los últimos meses he estado pensando sobre qué puedo hacer para ser un aliado. Cuando vuelva a ocurrir un incidente discriminatorio en un estadio (soy un optimista nato y aún así estoy seguro de que sucederá), debemos ser lo suficientemente fuertes como para actuar.

Como futbolistas, tenemos una gran popularidad y eso conlleva tener mucha influencia sobre los jóvenes. Esto trae consigo la responsabilidad de ir un paso más allá para ayudar a las generaciones futuras y hacer del mundo un lugar mejor para vivir.

Cuando hablas y tomas una posición firme, puedes ser criticado por algunos y alabado por otros. Esto es parte del juego, pero mi conciencia me dice que es hora de que asumamos esta responsabilidad. Tengo unos hombros anchos y puedo soportar algunas críticas, aunque creo que cualquier crítica sobre un tema como este es realmente débil.

Lo que más hay que destacar es la solidaridad, el deseo de escuchar y el estar unidos. Esta es la base de todo, ser lo suficientemente fuerte como para ayudar realmente a las generaciones futuras a vivir una vida mucho mejor que la nuestra.