Renato Margaca 2 1100

Cómo la policía limpió el nombre de Renato Margaça

Historias de futbolistas

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Renato Margaca 2 1100
  • Renato Margaça fue un jugador de la selección nacional de Chipre y capitán del Omonia cuando su entrenador lo acusó falsamente de amaño de partidos
  • Fue a la policía, y esta limpió su nombre
  • Renato (36), que ahora juega en el Nea Salamina, recomienda a los jugadores que se protejan contra las falsas acusaciones acudiendo a su sindicato o a la policía

«Es una historia increíble.  

En el periodo de transferencia de enero, el Pafos FC ofreció a mi club, el Omonia, 100 000 euros para comprarme, y me propuso un salario que sería tres veces mayor del que tenía en ese momento.  

Tuve una buena conversación con el Omonia acerca de la oferta y les comenté: «Es mucho dinero para un jugador de 32 años en Chipre. Firmaría el contrato de mi vida y mi futuro económico estaría asegurado. Pero la decisión es vuestra».  

El Omonia me dijo que no me podía marchar. «Eres nuestro capitán».  

«De acuerdo, pero entonces tenéis que hacerme un nuevo contrato», dije, ya que mi contrato terminaba al final de la temporada. Y lo hicieron, aunque no era nada como lo que ofrecía el Pafos. 

Tres semanas más tarde, fuimos eliminados de la copa. Salí como sustituto en los últimos treinta minutos cuando estábamos perdiendo 1-0. Logramos empatar, pero nos quedamos fuera porque habíamos perdido el primer partido 3-2.  

Después del partido, fuimos a los vestuarios y nuestro entrenador, Ivaylo Petev, cerró la puerta y dijo: «Lo que has hecho es repugnante». Nadie entendía qué estaba pasando.  

«¿Qué es repugnante?», pregunté. «Hemos perdido un partido y es la culpa de todos».  

Entonces, me señaló a mí y a otros dos jugadores portugueses. «Vosotros tres, ¡ya no os quiero en el equipo!»  

Nos marchamos.

Entonces, en varios sitios web y foros de aficionados, empezaron a correrse rumores de que se nos había expulsado porque, supuestamente, habíamos amañado el partido de copa. 

Llamé a la asociación de jugadores, la PASP: «Tenéis que preguntar al club por qué estamos fuera». Oficialmente, el club nunca dijo que habíamos vendido el partido, pero tampoco nos permitió regresar al equipo.  

Un mes más tarde, el entrenador dijo a un sitio web búlgaro que los tres habíamos vendido el partido de copa. Salió de inmediato en las noticias de Chipre: un entrenador de uno de los clubes más importantes dice que los jugadores están amañando partidos. 

Al día siguiente, el abogado de la asociación, Loizos Hadjidemetriou, organizó una versión oficial de lo que el entrenador había dicho y fuimos a la policía. Quería que esto se investigara porque no era verdad.  

Esa misma noche, el Omonia despidió al entrenador.  

La policía se mostró muy cooperativa, habló con el entrenador y con algunos compañeros de equipo, porque el entrenador les había dicho que estábamos vendiendo partidos. Pero nadie dijo a la policía que amañamos partidos. Por supuesto que no: ¡no tenían ninguna prueba! Después de cuatro meses, la policía declaró oficialmente que la investigación había concluido y que nuestro caso estaba cerrado.  

Pero el daño ya estaba hecho. Ya había dejado el Omonia. Los aficionados habían presionado mucho al club: «No le queremos!» Y el Omonia me dijo que me fuera.

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«No me voy a ir, tenéis que pagar mi contrato. Ya he perdido mucho dinero porque rechacé la oferta del Pafos, he perdido mi forma física porque me dejasteis entrenar solo durante tres meses, y tengo una mala reputación porque permitisteis a un entrenador acusarme sin ninguna prueba. Así que tenéis que pagarme mi contrato». Al final, pagaron una gran indemnización. 

También había acudido a los tribunales por difamación. Aunque la policía determine que no eres culpable, todavía habrá gente diciendo que era sospechoso de amaño de partidos. Es un asunto muy grave. La gente no puede decir sin pruebas que estás amañando partidos. Tengo una carrera en el fútbol, es mi trabajo. A las ocho en punto de la mañana voy a entrenar. Trabajo todo el día, pienso en lo que puedo comer y beber, tengo que cuidar de mis hijos y de mi esposa. Soy una persona normal. 

Era uno de los jugadores más queridos del club, pero cuando regresé con mi nuevo equipo para jugar contra el Omonia, era la persona más odiada. Todo el estadio estaba contra mí: «¡Amañador!» 

Tuve que dejar mis compras en un supermercado porque unos ultras me estaban increpando. Incluso ahora, cuatro años más tarde, la gente sigue levantándome la voz.  

Todo porque alguien dijo que amañaba partidos…  

Era importante limpiar mi nombre. Me llevó más de un año, pero gané, y obtuve una indemnización mayor de lo que esperaba. Fue una gran noticia.  

Quiero ser un ejemplo, porque a los jugadores se nos acusa mucho y tenemos que protegernos. Tenemos una asociación de futbolistas fuerte que hará todo lo que sea necesario para protegernos. Quiero decir a los jugadores que no tengan miedo de buscar ayuda y hablar, incluso cuando no se les pagan los salarios o alguien les propone amañar un partido. Hablad porque, de otro modo, pagaréis por ello. Protegeos».